¿Quién levantó la tapa del infierno?

Como lo expresa el gran historiador Ramón J. Velázquez, “alguien levantó la tapa del infierno en donde, luego de décadas de sacrificio de varias generaciones venezolanas, habíamos encerrado a los demonios del militarismo

Hace 25 años, como lo expresa M. Caballero; una sonada militar atentó contra nuestra democracia, con “el viejo fantasma del golpe de Estado, enterrado desde hacía 30 años”. El golpe del 4-F de 1992 fue una conjura contra el sistema democrático que con sus vicios y defectos, de acuerdo a las encuestas del momento, seguía siendo el preferido por la mayoría de los venezolanos. Pensaba esa mayoría, que “era preferible a cualquier otro tipo”.

Los venezolanos solo aspiraban a perfeccionar la democracia, mejorando la justicia, el empleo, la libertad, la igualdad, la productividad, el bienestar, el respeto, la paz, la participación, el abastecimiento, el salario, los procesos electorales, el consenso y sobre todo, el sistema de partidos existentes. Lamentablemente, estos no entendieron el mensaje de rectificación que el líder socialcristiano les enviaba y en conjunto con los notables de la antipolítica, abrieron el camino a los jóvenes insurrectos de entonces, que habiendo llegado al poder años después, gracias a los mecanismos de la democracia, están acabando con ella. 

Pero, ¿quiénes eran esos insurrectos?; ¿qué credenciales y méritos tenían? Eran simplemente jóvenes oficiales, amparados y aupados por generales descontentos que no dieron la cara, que esgrimieron como bandera la lucha contra la corrupción. Apelaron igualmente a los “genios tutelares” de Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez a los que han agregado después a Carlos Marx y a Fidel Castro, para justificar el “deplorable y doloroso” incidente que protagonizaron, donde murieron más de 300 venezolanos sin razón alguna.

Hoy no tenemos Estado de derecho, ni justicia, ni empleos, ni libertad, ni igualdad, ni productividad, ni bienestar, ni paz, ni abastecimiento, ni salarios justos, ni procesos electorales imparciales, ni mucho menos consenso en los problemas fundamentales del país. Por ello, el 4-F no puede considerarse ninguna fecha que requiera ser conmemorada, pues solo fue un golpe de Estado, “felizmente frustrado”, que dio paso a un proceso de destrucción de la democracia. Ese día, como lo expresa el gran historiador Ramón J. Velázquez, “alguien levantó la tapa del infierno en donde, luego de décadas de sacrificio de varias generaciones venezolanas, habíamos encerrado a los demonios del militarismo. A partir de ahora andarán sueltos por ahí. Y yo me pregunto, ¿cuánto sufrimiento nos llevará volverlos a encerrar?” Eso dependerá de lo que hagamos o dejemos de hacer cada uno de nosotros. 

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