Dos partidos se constituyeron luego de los eventos del 19 de abril de 1810. El partido separatista aún reacio a romper radicalmente contra España y el partido realista en sintonía con la Madre Patria ausente. Ambos partidos estuvieron conformados por la élite blanca
A Rafael María Baralt (1810-1860), uno de nuestros más importantes historiadores nacido en Maracaibo, mucha gente lo nombra pero en realidad muy pocos le han leído. La obra de Baralt: “Resumen de la historia de Venezuela” (1841) es el primer gran hito de la memoria republicana bajo los auspicios del autócrata que la mandó a elaborar y que muy poco aprecio le tuvo a los modales democráticos. Nos referimos a José Antonio Páez (1790-1873), el padre de la nación venezolana.
Baralt tuvo la obligación de establecer los hitos del patriotismo exaltando la obra de los libertadores aunque sin necesidad de endiosarlos como harían posteriormente Eduardo Blanco (1838-1912) y Vicente Lecuna (1870-1954). No hay para Baralt participación popular. El 19 de abril de 1810 fue un golpe de Estado orquestado por la nobleza criolla en alianza con las milicias para deponer al “afrancesado” Emparan que no quiso plegarse a ésta iniciativa.
Baralt asume el 19 de abril de 1810 como un acto pro hispánico y en contra de Francia. Dos partidos se constituyeron luego de los eventos del 19 de abril de 1810. El partido separatista aún reacio a romper radicalmente contra España y el partido realista en sintonía con la Madre Patria ausente. Ambos partidos estuvieron conformados por la élite blanca. Las tensiones fueron en aumento y el arribo de Francisco de Miranda (1850-1816), ya con 60 años de edad hasta Caracas, terminó de influir en la marea hacia la declaración definitiva de una Independencia que se pensó inevitable y pactada con la finalidad de resguardar los intereses de la clase blanca criolla dominante.
Los firmantes de la Independencia el 5 de julio de 1811 son casi todos moderados propietarios de esclavos y latifundistas, integrantes de la “nobleza territorial”, que nunca sospecharon que la guerra de exterminio los iba a barrer por completo. Hicieron la Independencia para mantener a raya a los sectores sociales inferiores encabezados por los pardos y temiendo a las esclavitudes negras habida cuenta que el edificio de la Monarquía estaba derruido.
En realidad las “colonias rebeladas” incurrieron en el paso independentista porque no había Metrópoli en pie. Y los precarios órganos gubernamentales provisorios que quedaban en representación de los reyes secuestrados en Bayona poco pudieron hacer para entender sobriamente que la causa española en América quedaba en una completa deriva. El resto de lo que ocurrió luego ya a partir del año 1812 es todo un drama alrededor de la más despiadada guerra civil.