Angustia,
Su “carrito” rojo apenas llega a su hogar. Las primeras preguntan que surgen es “mami, qué me trajiste” pero a diferencia de años anteriores, las bolsas con algunas compras cada vez quedan en el recuerdo de un pasado “feliz”. Johana Perdomo, es asistente de farmacia y debe trabajar seis días a la semana por más de diez horas al día para llevar algo a su hogar.
Hace tres años sus cuatro hijos las esperaban, ahora son tres puesto que uno tuvo que emigrar en busca de “oportunidades”. Cuando se le pregunta sobre ellos sin titubear dice que “son todo”, y el “ser madre es el sentimiento más grande”. Para “joha” como le conocen sus amigos, algunos días “se ríe, llora o sufre junto a ellos”.
Su tiempo limitado hace que el día a día sea lo más difícil y no puede complacer a sus niñas en todo lo que necesitan. “Cuando supe que sería mama sentí mucha emoción y susto. Nuestra relación ha cambiado, a veces estamos molestas, frustradas y cansadas por la misma situación del país y como soy padre y madre al mismo tiempo tengo que cubrir todos los gastos”.
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Preocupaciones
En una larga lista que engrosa todos los “problemas” de una Venezuela en “crisis”, a Perdomo la carcome la “preocupación” que le ocasiona el saber que sus hijas están en la calle y la inseguridad “cada vez es peor”. A ella le “aterroriza” que salgan y no lleguen. “Me preocupan las amistades que puedan tener. Mi hija se va graduando de periodista y no consigue trabajo. Algunas veces entienden por qué no hay comida en la casa pero otras no”.
La “mayor” parte de su tiempo, se le va pensando que van a comer y como distribuir los ingresos que obtiene que en un “segundo se vuelven nada”. Al ser consultada sobre su hijo, suspira y lamenta que será papa y no podrá conocer a su nieto debido a que la “critica” situación le impide viajar al exterior para conocerlo.
Sus tarjetas de créditos ya no “aguantan más” y todos estos sacrificios le permitan a su familia mantenerse en pie. “En Venezuela podemos conmemorar el ser madre y la vida pero solo hasta allí. Hay muchísima gente pasándola mal y madres que perdieron a sus hijo o no tienen ni un pedazo de pan que darles”.
Milenny García, tiene 28 años, es periodista desempleada y tiene dos “bebes”. Su etapa como madre “nunca terminara”. Para ella, luchar junto a su esposo es la clave para sacar a sus pequeños adelante pero “ahorita es muy difícil”. Dice que sus niños son una “bendición” y por ahora solo cuentan con su instinto porque “no hay pañales, leche o medicamentos” y tienen ingeniárselas para darles comida.
Panorama desalentador
Mónica Mosquera, psiquiatra marabina, explica que el colectivo está mal emocionalmente y existe preocupación por la realidad que atraviesa el país. “No estamos hechos para vivir con incertidumbre y nos tiene fuera de control. Reina el miedo, angustia, tristeza y desesperanza. Las mamas están muy vulnerables porque ni siquiera puedan satisfacer sus necesidades básicas”.
Desde otra óptica, Daniela Guerra, directora general de la Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia (CODHEZ) detallo que la salud se encuentra en estado de vulnerabilidad debido a la escasez de medicamentos para la atención durante el embarazo y cada día hay más mujeres que no están en condiciones económicas para ser mamas. “No culminan sus estudios. El alto precio de la comida y desabastecimiento vulnera el derecho a la alimentación y las madres suelen sacrificar sus comidas”.