
El femicida estaba enamorado de la muchacha y ella no quería nada con él
Según La Prensa, Fidel Onorio Peroza García, de 44 años, presuntamente asesinó a su sobrina, que recientemente había cumplido 15 años, en el caserío El Plan, vía Cerro Negro de Río Claro, Anzoátegui. El sujeto estaba enamorado de la niña y, como encontró un novio de su edad, la desfiguró con una piedra.
El marte, a las ocho de la noche, la adolescente estaba en casa con su madre y sus hermanos cuando su tío llegó con una biblia en la mano (aparen¬temente, acaba de asistir a la iglesia evangélica del pueblo). “Hermano, ya vengo; voy con mi tío y vengo en un ratico”, anunció la menor a su hermano mayor y se retiró de la vivienda. Ese “ratico” se convirtió en horas y no volvió.
Al día siguiente, a las seis de la mañana, su hermano salió a bus¬carla por el caserío y no la consiguió. Buscó a su tío y le pre¬guntó por la niña, pero el tío salió con la misma bi¬blia en la mano y no sa¬bía qué decir. “Parecía un angelito, decía que él no sabía nada, todo el tiempo con la biblia en la mano”, declaró el herma¬no de la víctima.
Cuando los dos hermanos mayores se disponían a viajar hasta el ambulatorio de Río Claro para saber si la ado¬lescente estaba herida y recluida allí, un agricultor les contó que cuando iba subiendo en moto a Cerro Negro, vio el cuerpo de una mujer en una cuneta y, al decir¬les cómo andaba vestida, supieron que era ella.
Llegaron hasta la orilla de la carretera y hallaron el cuerpo de la mucha¬cha. La cara y la cabeza estaban desfiguradas y lle¬nas de sangre. A un lado de su cuerpo estaba una piedra llena de san¬gre; supuestamente, fue el ar¬ma homicida.
Los hermanos, llenos de furia, comenzaron a buscar a Peroza, pues era el último que la había visto con vida, pero cuan¬do voltearon a preguntar¬le, estaba corriendo por el monte. Por un momento lo perdieron de vista, pero dedujeron que estaba en una casa de la zona que está construcción. Llegaron hasta allí y, al hallarlo, le advirtieron: “Fuiste tú, ¿verdad? Te vamos a entregar al go¬bierno”. Peroza solo repetía: “Yo no hice na¬da, no sé de qué hablan, recuerden que yo soy cristiano”.
El femicida cami¬nó escoltado por los her¬manos has¬ta el lugar del cuer¬po y estuvo retenido mientras llegaba el Cicpc. “El confesó, dijo que había sido él, al pare¬cer celoso de la mucha¬cha, estaba enamorado y ella no quería nada con él”, dijo uno de los hom¬bres de la comunidad a La Prensa.
Funcionarios del Cicpc se llevaron al hombre y levantaron el cuerpo de la quinceañera. Investigará el mó¬vil del caso y las heridas.