Una crisis insostenible

Cada vez estamos más cerca de un cambio de rumbo, en beneficio no solo de los venezolanos que cada día ven más deteriorada su dignidad humana, sino de muchos otros países a los que nuestra crisis está perjudicando, por la diáspora de más de cuatro millones de compatriotas

Desde 1958 hasta 1999, Venezuela vivió 40 años de una democracia, que aun con sus deficiencias, significó un período de indiscutible avance del país, en el concierto de la América Latina y el mundo. Pero, a partir de 1999 y hasta el presente, Venezuela está viviendo una crisis político-institucional, económica, social y ético-cultural sin precedentes en nuestra historia contemporánea y en la de América Latina. Esta crisis insostenible, está poniendo en riesgo la existencia del Estado, de la República, y de la Sociedad democrática. 

En la patria de Bolívar lamentablemente han desaparecido la defensa y el desarrollo de la persona humana y el respeto a su dignidad, así como la promoción de la prosperidad y el bienestar del pueblo. Se observa un retroceso histórico evidente, que es necesario detener y revertir, con la participación de todas las instituciones nacionales y de las internacionales que velan por la democracia, los derechos humanos y el desarrollo integral de los seres humanos en todo el planeta. 

Como consecuencia de todo ello, Venezuela viene operando con una anormalidad de tal naturaleza, que atenta contra los derechos humanos más elementales. Tal anormalidad, inaceptable en pleno siglo XXI, es responsabilidad indiscutible de un régimen ilegítimo, al margen del Estado de derecho, que actúa a nombre de un socialismo marxista sin sentido en el mundo actual. Todo esto ha llevado al padre del Socialismo del siglo XXI, H. Dietrich, a afirmar, que Venezuela está a un paso del abismo, va hacia un desenlace trágico, con una economía que avanza hacia un colapso total. 

Por todo ello, cada vez estamos más cerca de un cambio de rumbo, en beneficio no solo de los venezolanos que cada día ven más deteriorada su dignidad humana, sino de muchos otros países a los que nuestra crisis está perjudicando, por la diáspora de más de cuatro millones de compatriotas. El mundo entero tiene que evitar el desenlace trágico de un país que según R. Hausman, experimenta la mayor crisis económica que ha visto este hemisferio en tiempos de paz. Los venezolanos, en consecuencia, como seres humanos, tenemos derecho a recuperar la vigencia de la democracia, la libertad y el Estado de derecho, para iniciar un proceso de desarrollo integral al que tenemos derecho. No podemos seguir siendo una excepción en América Latina y el mundo. La crisis venezolana es insostenible y ningún dictador, por muy socialista y marxista que sea, y por muy bolivariano que diga ser, la podrá sostener. El cambio de rumbo ya está cerca y todos debemos contribuir a acelerarlo.  

 

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