La falta de certificación, el desmantelamiento del equipo médico y la escasez de inmunosupresores son apenas algunos de los factores que impiden una posible reactivación de los trasplantes de órganos en el Hospital Universitario de Maracaibo, explicó Tatiana Zambrano, jefa del Servicio de Nefrología.
Desde principios de 2016, este centro asistencial dejó de realizar estos procedimientos debido a la crisis eléctrica que inició en la región, incluso antes de la suspensión nacional en 2017. La profesional de la salud detalló que los constantes cortes de electricidad afectaban la operatividad del hospital, que carecía de una planta generadora de energía adecuada para continuar con los procedimientos, lo que obligó a suspenderlos.
“No se puede operar con problemas de electricidad”, afirmó en conversación con el Diario La Verdad, en el marco del octavo aniversario de la paralización del sistema de procura de órganos para trasplantes en el país, que se cumplió el pasado domingo 1 de junio.
A pesar de que el Universitario superó las fallas eléctricas con la instalación de plantas generadoras, los demás factores son los agravantes actuales que complican la reactivación del programa de trasplantes.
“Dejar de trasplantar fue una de las cosas más dolorosas para nosotros como profesionales”, lamentó la nefróloga.
Una historia en decadencia
En 1967 se realizó en el Hospital Universitario de Maracaibo el primer trasplante de riñón con donante cadavérico en Latinoamérica, a cargo del reconocido nefrólogo zuliano Bernardo Rodríguez Iturbe, jefe emérito del Servicio de Nefrología de la institución.
Este hecho marcó un presente en la historia de la medicina regional, y consolidó a este centro asistencial como un referente pionero en el desarrollo y ejecución de trasplantes.
Antes de la crisis, el hospital contaba con un equipo de unos 15 especialistas, liderados por el doctor Rodríguez Iturbe, relató Zambrano.
Desde 2019, con la salida de este prestigioso médico, el equipo se redujo drásticamente, al punto de solo estar conformado por Zambrano, como jefa del servicio, y la doctora Beatriz Rosales, como coordinadora de diálisis.
Zambrano indicó que la ciudad también se enfrenta a una crisis de suministro de inmunosupresores. Señaló que, en la farmacia de Alto Costo del Hospital Adolfo Pons, encargada de proporcionar estos medicamentos, no ha contado estos últimos años con todos los fármacos.
“No tiene sentido que yo diga que vamos a abrir trasplantes si no voy a contar con el medicamento que me va a sostener esos trasplantes”, advirtió.
En el Universitario solían realizarse trasplantes tanto de donante vivo como de donante fallecido, lo que permitía reducir la lista de espera y brindar una segunda oportunidad de vida a centenares de pacientes.
“Es una esperanza de vida para el paciente renal, solo tiene beneficios, pero está determinado por un montón de cosas que deben funcionar”, subrayó.
Zambrano señaló que realizaba alrededor de 40 trasplantes al año, lo que significa que, al menos, unos 400 pacientes han quedado sin acceso al procedimiento desde la suspensión.
Indicó que la unidad de diálisis de la institución sanitaria está abarrotada, con al menos 60 pacientes bajo su supervisión directa. A esto, se le suman los dializados en otros centros asistenciales, por lo que cierto número importante de personas podrían esperar un órgano para vivir, pero no todos tienen un familiar que lo pueda donar.
Para la jefa del Servicio de Nefrología del Universitario, es un sueño que pueda recuperarse el programa de trasplante. Sin embargo, enfatizó que, para que esto se dé, muchos factores deben jugar a favor.
“Siempre me he planteado la posibilidad de volver a trasplantar”, auguró con esperanza.
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