Una venezolana de 38 años —identificada como María, nombre ficticio para protegerla— fue víctima de una red internacional de explotación sexual en Albania.
La madre de dos hijos viajó desde Venezuela a finales de noviembre convencida de que encontraría un trabajo para ayudar a su familia, pero fue engañada para prostituirse y arrestada cinco días después junto a otras seis mujeres latinoamericanas.
Permaneció siete meses detenida a la espera de juicio antes de ser liberada y acogida por una ONG que le proporciona vivienda segura. Esta semana, Europol anunció el desmantelamiento de la red, con 17 arrestos en Albania y Croacia y un presunto cabecilla detenido en Colombia.
María relató que la promesa de un “trabajo seguro” terminó en un calvario: la obligaban a trabajar sin poder fijar los precios ni negarse a los clientes y gran parte de lo que ganaba era retenido por los proxenetas.
“Me prometieron el paraíso, pero acabé en el infierno”, dijo desde su refugio en Tirana.
Las redes criminales usan centralitas digitales para coordinar citas y cobran directamente a los clientes, manteniendo un control absoluto sobre las víctimas, mientras que las amenazas a familiares y videos intimidatorios se emplean para evitar que denuncien.
Otra víctima, identificada como Ana (seudónimo), de República Dominicana, también relató su experiencia. Llegó a Albania desde España, donde había sido contactada por una red que la ofreció como escort.
“La prostitución, lo hacemos por necesidad”, aseguró Ana.“Lo vemos como algo rápido y fácil. Pero no es verdad. No solo nos maltratan, sino que también nos obligan a dar el 50 % de lo que ganamos con nuestro cuerpo a los proxenetas”, contó.
Ambas mujeres ahora residen bajo protección y esperan recuperar sus pasaportes para poder regresar a sus países.
Las autoridades albanesas explicaron que la prostitución es ilegal y que muchas víctimas desconocen la ley al llegar. Según Europol y expertos en crimen organizado, Albania se han convertido en un punto de tránsito y destino para redes que operan internacionalmente, apoyadas en contactos locales y tecnología para controlar a las víctimas y asegurar las ganancias de la explotación.
Fuente: AFP.
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