Resulta
Resulta casi cínico preguntarnos por qué la actual vergonzosa coyuntura histórica que padecemos, donde increíblemente hasta el petróleo se debe importar y la arepa escasea. Asumimos la incómoda aventura de evidenciar algunas de nuestras penosas culpas:
El actual presidente fue electo tras sostener y enarbolar un programa de gobierno denominado “Plan de la Patria” el cual ha sido una oda al nefasto centralismo, al rentismo petrolero, por si fuera poco, privilegia taxativamente en su contenido al “Fondo Chino”, es decir, capacidades, talento y fuerza laboral de otra nación… No las venezolanas.
Hemos hecho de la política un burdo entretenimiento, a diario nos deleitamos con el juego de amenazas, acusaciones y competencias de pintorescos insultos entre gobernantes y políticos en general, sin que estos asuman seriamente las correcciones que desde hace eones implora la patria.
Hemos permitido institucionalizar la idolatría, el culto a gobernantes, a figuras partidistas, por si fuera poco, con medios y recursos públicos. Que en pleno Siglo XXI se plantee la existencia de comandantes de civiles, gobernantes supremos o eternos da cuenta del retroceso de nuestra cultura política, prácticamente a niveles primitivos.
Hemos hecho de los gobernantes el epicentro de la sociedad, la democracia que debe ser el gobierno del pueblo para el pueblo, hoy es un sistema de gobernantes para gobernantes y sus allegados.
Admitimos tan pasiva como naturalmente la confesión pública del robo de las arcas del Estado de más de 25 mil millones de dólares en un solo año, sin promover ni exigir responsables ni castigados.
Aceptamos la legalización de condicionantes, limitantes y restricciones a nuestras capacidades y talentos, para poder acceder a un apoyo o financiamiento público debemos organizarnos a satisfacción y conveniencia del partido del gobierno.
Asombrosamente, hemos llegado a permitir que se nos diga quienes, cómo, cuándo, dónde y qué comer ¡alimentarnos por bolsas de comida!
Consentimos el modelaje político negativo, vulgar, discriminante, violento.
Nos resignamos a la inseguridad, a servicios públicos decadentes ¡A vivir mal! El reproche a alcaldes, gobernadores o presidentes se realiza solo como recurso politiquero, no con intencionalidad correctiva.
Aceptamos financiar en otros países proyectos de viviendas, eléctricos, viales o de salud, mientras que los venezolanos sufrimos las carencias de una infraestructura moribunda.
Admitimos las excusas de fracasos gubernamentales por absurdas y ridículas que sean, con supuestos culpables etéreos, abstractos, impalpables.
Permitimos que un carnet partidista tenga más validez que nuestra cédula.
La contundente afirmación de José de Maistre “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece” es irrefutablemente verídica, en consecuencia cada pueblo tiene la calidad de vida que se merece. Venezolano, hasta que no cambies estos bochornosos aspectos en tu cultura política, entonces ¿De qué te quejas?