Tantos
Si hoy me preguntaras cómo veo a mi país, te respondería de la siguiente manera: Veo a mi Venezuela como una gran empresa muy mal administrada, con una pésima gerencia que debe ser sustituida de forma inmediata. Muchas cosas deben ser cambiadas, en primer lugar, debemos “desaprender mucho de lo aprendido”, para romper las cadenas que nos atan a los viejos paradigmas de la administración pública, que hoy se debate entre los vetusto y lo obsoleto.
No tengo ningún complejo en admitir que soy un hombre de derecha, que cree en la economía de mercado, en la libre competencia, que ve en el capitalismo, la panacea que nos sacará de la miseria y el atraso; pudieras no estar de acuerdo conmigo, pero la historia así lo ha demostrado, nuestra realidad lo confirma, tantos años de subsidios, de dádivas y regalos, alimentaron el monstruo del populismo y de una izquierda moderada democrática, pasamos a una izquierda extrema totalitaria, con las consecuencias que ya todos conocemos y padecemos.
Es nuestro deber hacerle entender al ciudadano común, que todo tiene su precio, no decirle lo que quiere escuchar, que eso es lo que hacen los políticos de oficio, engañar; sino decirle lo que hay que hacer y el sacrificio que “eso” demanda, pues es urgente y necesario aplicar un programa de ajuste macroeconómico, para corregir las distorsiones del mercado, la inflación, el tipo de cambio, el costo de los servicios públicos, la eliminación de subsidios y, la privatización de todo aquello ajeno a los fines del estado.
Además, también es necesario aprobar y aplicar una ley de repatriación de capitales, la cual investigue y confisque, -de ser el caso-, todos aquellos bienes producto de la corrupción y el latrocinio, no sólo de los camaradas revolucionarios y boliburgueses, sino también de los oportunistas disfrazados de opositores que, con su doble agenda, oxigenan el régimen antidemocrático de Nicolás Maduro; de esta manera se podría con dicho rescate, aumentar y fortalecer nuestras esqueléticas reservas internacionales.
Lo que propongo son cambios trascendentales, que ningún político venezolano afrontaría por temor a perder su popularidad, siempre con el cálculo político por delante, por encima del interés nacional, por eso no creo en ellos, ni en los actuales partidos políticos, prefiero creer en los gremios empresariales, en el sector privado de la economía, donde se genera la verdadera riqueza y hay talento de sobra para gerenciar eficientemente nuestra gran empresa en común, cuyo nombre es Venezuela.