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Lograr la mayoría calificada en la AN fue un acto de heroísmo, de fe y esperanza en el trabajo unitario que se estuvo haciendo durante la campaña electoral. Un triunfo que también estuvo signado por el descontento de la población que dejó de creer en promesas vanas, mientras largas colas marcaban el camino a una realidad que literalmente aplastaba a la gente de menos recursos y la pechaba con ese impuesto terrible que es la inflación.
Los 112 diputados electos en la filas de la MUD significan la esperanza de ese pueblo maltratado, pero han de ser cuidadosos porque la actual AN, como el Gobierno nacional y el PSUV, andan desesperados con su campaña de intimidación y de mentiras, que la mayoría de la gente sabe que no son más que eso pero los fanáticos, que no aceptan la derrota, lo creen a pie juntilla y lo repiten como si fuera una axioma. Si como dice el presidente saliente de la AN, estarán legislando hasta el 4 de enero 2016, es porque preparan “trampas cazabobos” para desviar la atención a asuntos menores y evitar se discutan los temas importantes que les lesionan porque nunca trabajaron en beneficio del pueblo. Lo hicieron para acrecentar el poder y afianzar su dominio en las instituciones.
En este sentido, los 112 tienen que actuar de manera monolítica. Es el momento de la acción y de hablar menos (algo difícil cuando se es político) pero entender que debe haber una vocería que continuamente esté dando información y la información y opinión que emita cada diputado debe ser acorde con la agenda parlamentaria que se establezca, para evitar dispersiones y caer en contradicciones. Se trata, simplemente, de coordinar la actuación parlamentaria. Esto tiene sentido por las situaciones creadas con el desvelamiento de las estrategias a emplear a partir del 6-E, que más allá de su justicia crean fricciones innecesarias y es aprovechada por el Gobierno y su partido. Así que la consigna es, en los actuales momentos, no revelar información sensible ya habrá tiempo cuando se instale la nueva AN.
De ahora en más debe prevalecer el arte de la política. Dejar atrás odios, venganzas y pases de factura que en nada contribuirían al clima de sosiego que clama la población y al trabajo parlamentario, de cara a los electores. Por todos los medios legales y persuasivos tratar de acercarse a la nueva minoría para tender puentes comunicacionales. No será fácil pero tampoco imposible.