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Diez horas de tiroteo convirtieron la Universidad Americana de Kabul en la madrugada de hoy en un campo de batalla lleno de cristales rotos en el que perecieron 17 personas, entre ellas siete estudiantes y un maestro.
Alrededor de 750 alumnos y profesores de la Universidad Americana de Kabul se encontraban en el recinto académico cuando a última hora de la tarde del miércoles una fuerte explosión rompía los cristales de las aulas en el inicio a un asalto que el presidente del país, Ashraf Gani, calificó de un “cobarde intento de entorpecer el progreso y el desarrollo de Afganistán”.
Se trata del segundo ataque en menos de un mes contra la Universidad Americana, que ya vio cómo a comienzos de agosto un grupo de hombres armados no identificados secuestraba a dos profesores, uno estadounidense y otro australiano.
Un atacante suicida lanzó un vehículo lleno de explosivos contra la barrera de la universidad, lo que abrió el paso para que otros dos insurgentes fuertemente armados penetraran en el recinto, abriendo fuego contra los que hallaban a su paso.
Para evitar la matanza, un grupo de respuesta rápida de las fuerzas especiales de la Policía se presentó en la universidad y, aula por aula, fue evacuando a los estudiantes mientras trataba de neutralizar a los dos atacantes.
Entre los agentes se encontraba el comandante Akbar Andarabi, vitoreado como un héroe por algunos estudiantes y las autoridades afganas tras ser abatido por los insurgentes.
Además del comandante, otros dos policías y dos guardias de la universidad perecieron en el ataque, al igual que un vigilante del aledaño Instituto de la Vista Noor, que murió en el derrumbe del muro de esa institución por el efecto la explosión del coche bomba.
En total, junto a los siete estudiantes y un profesor, el balance de muertos se elevó a 17, contando a los tres atacantes.
También resultaron heridos nueve policías y 36 estudiantes y miembros del personal del centro.
La principal agencia de inteligencia afgana, el Directorio Nacional de Seguridad (NDS, en inglés), advirtió de que sus investigaciones apuntan a que el ataque fue preparado al otro lado de la frontera, en referencia a Pakistán, al que Kabul culpa de forma reiterada de permitir a los insurgentes refugiarse en su país.