Posiblemente
Inaugurar un año no es como estrenar una vestimenta o un noviazgo furtivo. Tal vez se parezca más a cuando estrenamos palabras complicadas en nuestro vocabulario o disfrutamos de una película novedosa de ciencia ficción en una sala saturada de espectadores eventuales, encontrándonos más confundidos por lo imprevisto y lo complicado del dominio emocional.
Sacarle punta a este 2017 para escribir con trazo firme la historia de los 12 meses por venir, resulta una tarea tan imprevista como determinar si caerá un meteorito en estas fachas terrenales o negar que el año pasado fue un tobogán estrepitoso de descalabros emotivos.
En el año 2016 la lluvia de desagravios entró a torrentes desde el mismo instante en que le abrimos la puerta a enero.Tal vez mi análisis sea más rudimentario. No cuento con maquinillas saca cuentas, azarosos libros de filosofía social, teoremas compuestos de resultados instantáneos o mazos de cartas visionarias que destripan el futuro en pocos segundos.
Existe un termómetro situacional que ha sobrepasado la calentura de la expectativa en el país. A diferencia del deshumanizado e impasible 2016, este nuevo año será batallado con la temeridad de un pueblo cansado de discursos dispersos y engaños repetitivos.
Blandir cifras y proyecciones sería impertinente, cuando sabemos en exceso que no serán meses rozagantes y sin una pizca de pronósticos alentadores para una economía más saludable. Quizá estamos vulnerables a más trastadas y al irredimible deseo de este Gobierno de afianzar un socialismo con espuelas sanguinarias; pero no por mucho tiempo. Temo que pecaré de optimismo. Posiblemente esconderé esta inoportuna cuartilla en el baúl polvoriento del tiempo, para no desprestigiar lo poco que me queda de reflexiva, al ver en este momento como llueven peñascos y nos protegemos con diminutos paraguas.
Convencido estoy que se revertirán los disgustos por esperanzas férreas. Posiblemente nos manchemos las manos de esfuerzos y renuncias, para rendirle tributo a la paz nacional y sacar a los malhechores de sus trincheras de privilegios. Nuestro principal líder será la valentía renacida de la indignación. Ya no queda tiempo para más abusos y risotadas burlescas de los opresores.
Este año 2017 será determinante. Cuando el túnel parece más oscuro y sombrío, Dios enciende una minúscula luz para guiarnos el camino e insuflarnos de fe, pues más temprano que tarde, retornarán las buenas estaciones para Venezuela.