Día: 14 de febrero de 2020

  • Doctrina Guaidó

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    Primero fue «Cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres»; luego vino «el quiebre militar»; y finalmente, «sanciones». Así pudiera resumirse la línea estratégica que ha liderado Guaidó durante poco más de un año. En ese período estuvo presente también el «diálogo en Noruega», y quizás algunos otros intentos menos publicitados. Pero, si se toman puntos centrales de la estrategia el «Cese a la usurpación» sigue estando de primero en la lista, y de darse esta vendría sin duda el «Gobierno de transición». Así, el objetivo inicial se ha mantenido, quizás han cambiado las tácticas. Con esto en mente, es clave hacer un balance de la estrategia.

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    Luego de poco más de un año, en el que el liderazgo de Guaidó se debilitó, la gira internacional de enero y febrero de 2020 sin duda le ha dado un nuevo oxígeno. Sin embargo, no hay que olvidar que físicamente se perdió el control de la AN, que el oficialismo continúa avanzando con la estrategia electoral, y que la sociedad ha ido buscando su cauce y tratando de vivir. De acuerdo con Bloomberg, no solo Maduro está acercándose el capitalismo, sino que alrededor de un millón de emigrantes venezolanos han regresado (según datos de encuestadores nacionales). Esto ha ocurrido en un contexto en el que Maduro logró ingresar al país alrededor de 7.000 millones de dólares en el 2020, a pesar de las sanciones.

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    Un resultado concreto de la gira de Guaidó parece ser el incremento de las sanciones de los Estados Unidos. Esta mayor presión busca el “Cese a la usurpación” vía quiebre interno; para ello se intentarán revertir los “logros” de Maduro, el objetivo es evitar que la sociedad se normalice, aunque sea en condiciones muy precarias. Sin embargo, en una economía cada vez más pequeña el oficialismo puede hacer más para comprar voluntades y crear dependencia social con menores recursos. De esta manera, la estrategia de las sanciones puede ser contraproducente ante un eventual escenario electoral, sin mencionar los costos humanos que implica.

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    Otro aspecto por considerar es que luego que no procediera el “impeachment” contra el presidente Donald Trump, este pudiera sentirse con mayor fortaleza para enfrentar a Rusia, y ahora sí terminar de quitar el oxígeno al oficialismo en Venezuela. Con una economía fortalecida y sin mayores efectos adversos en la opinión pública norteamericana sobre la política exterior de la administración Trump, todo sugiere que la influencia rusa en las decisiones del presidente Trump pudieran ser menores que en el pasado. Por otro lado, tanto Trump como Putin son hombres pragmáticos, y muchas oportunidades de acuerdos en todo el mundo, más cuando la deuda de Venezuela con Rusia está casi saldada.

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    En este momento el futuro de Venezuela está, más que nunca, en manos de Rusia. Sí, Cuba ejerce influencia, pero el que tiene el dinero es Rusia. Putin debe decidir si ceder ante la presión norteamericana y dejar solo a Maduro, o enfrentar a los Estados Unidos. Todo indica que este último no se saldrá del guion de las sanciones, y así puede estar por años; pero ¿podrá aguantar el liderazgo de Guaidó un mayor deterioro social y una guerra de trincheras? ¿qué pasa si el oficialismo llama a elecciones parlamentarias en condiciones medianamente aceptables y no se participa o se logra un resultado poco contundente por parte de la oposición? 

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  • ¡El régimen y la mesita… la caotización del país!

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    Los inverosímiles “análisis” de Oscar Schemel en sus micros y programa “Análisis Situacional” solamente dan cuenta de una realidad, él es “constituyente” de un órgano asentado precariamente al margen de la ley, de la legitimidad, con representación exclusiva del régimen. Los señalamientos que allí se esbozan se desprenden directamente de las matrices de opinión que intenta posesionar mediáticamente el castrismo venezolano, intentando desesperadamente desplazar a quien ha sido el rival opositor más duro de roer, Juan Guaidó.

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    Hágase esta pregunta ¿A quién representa la oposición de Timoteo Zambrano, la supuesta “oposición de la denominada “Mesita de Diálogo? Si consideramos los partidos políticos que la componen, incluso, su peso en el Parlamento y otras instancias de poder, nos damos cuenta que su representación es ínfima, mínima, es decir, carece del principal elemento que debe envestir a las fuerzas políticas, legitimidad.

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    Los integrantes de la denominada “Oposición de Timoteo”, como Claudio Fermín, Henri Falcón, Bertucci, Felipe Mujica, entre otras figuras complacientes, han sido un “comodín” para el régimen ante la negativa de la oposición real de prestarse para farsas electorales, la oposición real, la orgánica, la que Guaidó encabeza, es la que reúne a las principales fuerzas políticas del país, la que reconoce la comunidad internacional y constituye la verdadera coalición política de contrapeso al castrismo venezolano y su proyecto cubanoide.

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    Otra interrogante ¿Qué busca el presunto diálogo régimen-mesita? Bajo la falsa tesis “ahora corresponden elecciones parlamentarias” y la estrategia de escoger un “nuevo” CNE como anzuelo, el régimen no dio descanso a su garrote. Al cobrar fuerza la estrategia del refrescamiento del CNE, el castrismo procedió tomar el Parlamento a través de la “oposición” de Timoteo como Caballo de Troya, al permitirse el reingreso a la bancada del PSUV a la Asamblea Nacional, se apoderaron premeditadamente de su directiva de la manera más puramente chavista; violenta e ilegalmente. Una vez allí, ambos, régimen y oposición timoteana, se sentaron a escoger ese CNE… está a la vista el resultado, bien sea vía falsa AN o (muy seguramente) TSJ, los próximos rectores serán prorrégimen ¡sin lugar a dudas!

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    Inferimos falsa tesis a la idea sembrada que son las parlamentarias las elecciones que corresponden, es ¡Falso!, pues los procesos electorales perpetrados en 2017 y 2018 han sido fraudulentos, celebrados al margen de la Constitución, de todos los preceptos democráticos. Todos los procesos electorales, desde las municipales hasta las presidenciales, están en mora, continuará siendo así mientras las elecciones sigan celebrándose a imagen y semejanza del castrismo venezolano.

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    ¿Qué deparará el falso diálogo régimen-mesita? De consumarse su misión, mantendrá la desinstitucionalización que ha hecho de Venezuela una paila infernal, dará al régimen otro CNE y una AN psuvizadas, lo que asegurará la vigencia del proyecto castrista de dominación popular a través de sus necesidades y opresión atroz… una élite viviendo a lo grande a expensas de todo un pueblo… como diría Winston Churchill “Nunca antes tanto se le había hecho a tantos por tan pocos”. 

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    Así como a los trabajadores no les puede ocurrir algo peor que sindicatos patronales, al país no le puede pasar nada peor que una oposición gobiernera, como la de Timoteo. A pesar de todo, la oposición venezolana reconocida mundialmente, la de Guaidó, ha dado evidencias concretas de corrección estrategias… ¡Confiemos!

  • Sainete en cápsulas: Un encuentro decisivo para definir el rumbo

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    Los aplausos atiborraron el hemiciclo del parlamento norteamericano. Todos por unos segundos eran adeptos de las mismas consignas. Republicanos y demócratas parecían estar de acuerdo en un solo punto. Sentían una irresistible necesidad de normalidad hemisférica. Un fervor por lograr hacer realidad las esperanzas de los tenaces. Sí, se sintió apoteósico y real. No hubo brumas de dudas sobre ese momento. 

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    Guaidó recibió la ovación de pie, levantó la mano ante el anuncio de Trump sobre su presencia y apenas logró esbozar una mueca que trató de convertir en sonrisa. No era su momento, sino el de su país. 

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    Los rumores corrían desde la semana anterior, entre excusas inciertas y un nada definitivo. Tal vez habría una corazonada o la misma necesidad le daba lógica a la posibilidad. Se haría realidad el encuentro esperado. Pero nunca se presumió con certeza que el preludio fuera tan impactante.

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    Arribó a Washington y se trasladó al Capitolio. Fue invitado especial en el discurso del Estado de la Unión que pronunciaría el mandatario norteamericano. El estar presente ya era un gran paso. Era convidado de buena gana en donde se cuecen las definiciones y se debaten los caminos. 

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    Cuando fue nombrado por Trump desencadenó una sacudida nacional. Una furia rara por alcanzar este valioso triunfo. Las posibilidades, las promesas… un momento histórico, una visión infalible por cumplirse, que nos han mantenido con los nervios templados. «Aquí, esta noche, se encuentra un hombre muy valiente que lleva consigo las esperanzas, los sueños y las aspiraciones de todos los venezolanos”, articuló el gobernante norteamericano con sobriedad, a sabiendas de la mirada vidriosa de un pueblo entero.

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    “Uniéndose a nosotros entre los presentes está el verdadero y legítimo presidente de Venezuela, Juan Guaidó”. Las palabras de Trump fueron acompañadas por una aprobación sonora, estimulante y verdadera de los asistentes. La misma Nancy Pelosi, líder del Partido Demócrata y presidenta de la Cámara de Representantes, cambió su desestimulante mirada de enfado hacia su enemigo político, para unirse por unos segundos a la aclamación.

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    “Señor presidente, por favor lleve este mensaje a su gente”, dijo Trump con firmeza, fortaleciendo su alter ego y sabedor de lo atinadas de sus palabras. Poco antes había afirmado que EE.UU. estaba dirigiendo una coalición de 59 naciones contra Maduro, a quien calificó como ilegítimo y tirano, que brutaliza a su pueblo.

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    Pero la lectura más audaz puede hacérsele a una frase estremecedora: “Pero la tiranía de Maduro será destruida y quebrantada”. Tal exclamación sonó a un vaticinio demoledor. Una ráfaga hábil sobre el futuro. O una posibilidad a punto de hacerse realidad.  

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    Al día siguiente Guaidó fue invitado a la Casa Blanca. Las dos fotos que se tomaron dieron la vuelta al planeta. Sin declaraciones ni conjeturas. Simplemente charlaron en privado, quizá enfrascados en esa dualidad de más sanciones o emprender el sendero de las definiciones inmediatas. Una de las posibilidades ha estado en calificar a Maduro y a Cabello como terroristas extremos y convertirlos en objeto de búsqueda. Ese sería colofón para las exasperaciones finales de un régimen cruel y feroz. Los motivos para sacar al dictador y a sus secuaces por la fuerza. Pero el plan se trama en privado y nunca se le alerta al enemigo sobre las incidencias venideras. 

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    El presidente interino no desaprovechó esta oportunidad ejemplar para reunirse a puerta cerrada con Almagro y las autoridades de la OEA; con Mark Green, administrador de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid); con Mike Pompeo, secretario de Estado y hasta con la misma Pelosi, quien con un tono conmovedor y un razonamiento incomparable, precisó que el problema de Venezuela es un reto para todo el mundo.

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    La gira internacional de Juan Guaidó ha sobrepasado mis más notables expectativas. Se erige como una afrenta a la dictadura y sus postigos cerrados al humanismo. Como una respuesta certera a una tiranía ya atarantada, que se retuerce en su propia confusión. No dudo que la administración de Trump está decidida a resolver el entuerto venezolano. Pronto se desvelarán los secretos de estas pláticas y encuentros decisivos.  

  • Hacia el equilibrio estacionario

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    Venezuela está iniciando su séptimo año consecutivo de decrecimiento, mientras se produce un proceso de dolarización espontánea de la economía, alimentada básicamente por dólares provenientes de la economía ilícita. Por ello, estamos en presencia de una economía donde el PIB se deteriora cuantitativa y cualitativamente.

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    Así en el 2020 con una nueva contracción estimada en dos cifras bajas del PIB, hasta el presente, el tamaño de la economía podría estar disminuyendo hasta un 75 por ciento en relación al que teníamos en 2013. Es decir, que si no se opera un cambio político y económico rápido, este año podría culminar con  una economía que solo tendría el 25 por ciento del tamaño que tuvo hace siete años, disminuyendo la contribución de la economía legal y creciendo el peso de la economía ilícita. 

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    Tal proceso de destrucción de una economía en tan pocos años, no tiene precedente histórico. Solo el año pasado (2019), Venezuela tuvo una caída más profunda, que la registrada durante la duración total de la Gran Depresión en los Estados Unidos en los años treinta. Aunque en 2020 según el FMI el decrecimiento estimado de la economía sería de -10 por ciento, menor que el de los tres años anteriores, seguiremos siendo por quinto año consecutivo, la economía de “peor desempeño del planeta”. 

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    Mientras tanto, en América Latina países como Panamá, República Dominicana, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia, Honduras, Chile, Costa Rica, Uruguay, Brasil, México y el Salvador, tendrán un buen crecimiento o se recuperarán de alguna caída reciente. El caso más notable es el de Guyana, que se estima que será el país con mayor crecimiento económico en 2020 (80 {f3beff16b28ec7d1db614d51b6015be486b8f3c789661a52758baee22f9f2131}), gracias a su entrada en el  mercado petrolero, explotando recursos en aguas que nos pertenecen históricamente y que no hemos sabido defender.

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    Venezuela entonces, muestra una economía anémica, según el economista G. Cunto, en la que ya no operan sus fuerzas tradicionales de crecimiento: el gasto público, el crédito, la inversión y el consumo. Hoy somos una economía de “puerto, aduanas y bodegones”, que solo nichos no representativos de la población pueden utilizar. La mayoría de los venezolanos solo tienen un salario mínimo diario de 0,16 dólares, después de las medidas de enero, siendo afectados además por el abandono de las actividades estatales y el deterioro de los servicios públicos en general. 

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    Estamos todavía muy lejos de un rebote económico que nos acerque al crecimiento del PIB. Lo que experimentamos es un simple acoplamiento a lo que pudiera ser un nuevo estado natural de la economía: un equilibrio estacionario, que nos lleva a un no retorno a lo que antes fuimos. Nos hemos convertido en una economía con muy poca capacidad de generar valor agregado legal, mucha para generar valor ilícito, siendo mucho más pequeña y mucho más pobre.

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    Si no hay cambios y reformas sustanciales y rápidas, esta situación se agravaría más. El colmo es que en su desespero, ya el régimen agónico adelanta hasta la privatización y desnacionalización de PDVSA.