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“La mentira no puede ser base de moralidad porque es imposible que sea convertida en ley universal”. Immanuel Kant
Entender a profundidad el grado de deterioro de la estructura institucional del país, el desaliento de la sociedad frente a la situación económica que la oprime y la pérdida de valores que la desorienta, debe servir de acicate para participar en su recomposición y asegurar amplios horizontes para el futuro, afrontando las soluciones no con simples maquillajes sino con decisiones pertinentes que implicarán una buena dosis de sacrificio para toda la población. La realidad y el nivel de la crítica social hacen pensar que las soluciones mágicas no aparecerán. El discurso y la acción política deben guardar coherencia para materializar dichas soluciones en beneficio real de una sociedad tratada injustamente por gobiernos demagogos, que olvidan que la sociedad es más importante que el Estado y que el ciudadano es más importante que el Gobierno.
La crisis institucional que afecta la estructura social del país no debe endosársele a la democracia, estamos en deuda con ella y es precisamente esa capacidad interna de estimular la confluencia de fuerzas, la crítica constructiva y la respuesta acertada y oportuna las que forman parte de su esencia. El poder de rectificación y de autotransformación es lo que permitirá que se retome el camino hacia el progreso y bienestar de la población.
No podemos ocultar que la vida de la nación se ha visto obstaculizada por la inconstancia, la falta de reconocimiento de quiénes somos y de qué somos capaces. Capaces de construir un futuro con equidad. “Debemos educar al ciudadano para que aprenda a utilizar el poder en forma compartida”, nos dice el gran escritor mexicano Carlos Fuentes.
La integración entre las universidades, el sector productivo y la sociedad civil organizada debe ser el germen de formación de un liderazgo colectivo que asuma con mayor responsabilidad la reconstrucción de la nación. Que sepa interpretar sin complejos las implicaciones del proceso de globalización y la conformación de grandes bloques económicos, la liberalización del intercambio y la aceleración de las innovaciones tecnológicas. El estudio profundo de los escenarios modernos debe estimular la conformación de alianzas que faciliten el diseño de respuestas regionales y nacionales, que enfrente con acierto las complicadas relaciones de este siglo.