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Un hombre de ideas de avanzada, como lo fue el rector Antonio Borjas Romero, junto a baluartes académicos, impulsó en 1960, la creación de la escuela de Arquitectura, en principio adscrita a la Facultad de Ingeniería.
Pero luego, en enero de 1963, con el liderazgo del decano pionero, Miguel Casas Armengol, se establece la propuesta definitiva de la Facultad de Arquitectura y Planificación, con un proyecto académico genuino y apegado al ejercicio profesional del arquitecto y del urbanista.
En sus primeros años, la facultad contó con el talento y el apoyo de un maravilloso grupo de docentes, en su mayoría provenientes del Sur, de Chile, Uruguay y Argentina, además de profesores que vinieron de Colombia y por supuesto de otras regiones de Venezuela.
La naciente escuela de Arquitectura, lejos de ataduras y resistencias, se conformó como un proyecto académico flexible, con destacados decanos y decanas que dieron continuidad a la obra de Casas Armengol y que supieron amoldar el crecimiento de la facultad a las exigencias de la sociedad y de la profesión.
Con el paso de las décadas, Arquitectura dejó de ser aquella pequeña familia para transformarse, con nuevos enfoques didácticos, en función de los desafíos de la arquitectura y el desarrollo urbano.
Esa permanente evolución, marcó el nacimiento del programa curricular de Diseño Gráfico, instalado en 1995. Luego de ese acontecimiento, la Facultad de Arquitectura y Diseño (FAD) enfrentó el ritmo de los cambios en el mercado de trabajo, utilizando como puentes sus programas de extensión, investigación y docencia de pregrado y de postgrado, además de diplomados y cátedras libres.
Hoy el prestigio de la FAD, con la guía de la decana Susana Gómez Arvelo y un valioso equipo gerencial, se proyecta más allá de las fronteras, alcanzando la acreditación internacional por parte del Sistema Arcu-Sul, responsable de supervisar la calidad educativa ante el Mercosur.
Nuestro país tiene los recursos y materias primas; el financiamiento y sobre todo cuenta con profesionales preparados, con conocimientos y experiencias para generar respuestas al desarrollo urbano y rural de cada región. No tengo dudas que la FAD seguirá abonando ganancias en esta historia universitaria destinada a generar ciencia, tecnología y saber a disposición de todos. No hay otro camino, sigan trabajando con visión de futuro. ¡Éxitos!