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El 1 de octubre de 1946, el Zulia celebró el rescate de su universidad, que estuvo cerrada 42 años por el yugo caudillista de 1904. Se ganaba una gran batalla al centralismo avasallador y volvía a renacer el sueño universitario, esta vez en la gran estancia de la Casa del Obrero, en La Ciega.
Devolver al Zulia su universidad, se convirtió en la vocación heroica de Jesús Enrique Lossada, el maestro de espíritu férreo que invirtió hasta el último compás de su vida en cumplir sueños de progreso y libertad intelectual.
El maestro Lossada fue el gran artífice de esa proeza y, a 70 años de la reapertura de LUZ, no dejamos de admirar el liderazgo de ese hombre que hoy es ejemplo para la dirigencia política contemporánea por su probidad, su perseverancia y ese empuje resonante que lo llevó a dar la gran pelea por su universidad en las propias fauces del centralismo, en la convulsionada e inestable Caracas de los años 40.
Conmemorar la reapertura significa un llamado de consciencia entre los diferentes sectores que hacen vida en la comunidad universitaria. Debe ser una convocatoria para que todos, activos, eméritos, estudiantes y egresados, conformemos el voluntariado comprometido con el rescate de la querida institución. Los herederos de la universidad lossadiana estamos obligados a enfrentar la crisis como un desafío para evolucionar y no para estancarnos.
Estoy segura, que pese a las dificultades, si él estuviese vivo se sentiría orgulloso de ver cómo ha surgido su mayor logro luego de 70 años. LUZ reabrió con tres facultades: Derecho, Medicina e Ingeniería. Hoy, cuenta con 11 facultades, dos núcleos universitarios, un proyecto de extensión municipal en el Sur del Lago y una oferta creciente de carreras profesionales y salidas intermedias, maestrías, doctorados y postdoctorados. Es la universidad venezolana con el mayor crecimiento científico del país, con más de mil 800 investigadores y una de las principales de Latinoamérica.
Estos logros demuestran que la crisis solo se supera con empuje e innovación. Es el ejemplo que guardamos de 1946, una generación de oro e intelectual para nuestra sociedad ávida de conocimiento, que confió y mantuvo la esperanza de ver renacer la cuna del saber zuliano.
Las penalidades presupuestarias la siguen agobiando, pero su desarrollo no se detiene y sigue moldeándose como una institución al servicio de todos los que acuden a ella en la búsqueda de nuevos horizontes, ya septuagenaria nuestra LUZ sigue diciendo: “Después de las nubes, el sol”.