Hoy
Llamamos, escolarmente, isónimas las palabras que proceden de una misma etimología (del griego isos, ‘igual’ y onoma, ‘nombre, palabra, vocablo’). Ellas presentan formas parecidas y significados relativamente aproximados. Conocerlas es de vital importancia para los hablantes prudentes y, por supuesto, para los redactores cuidadosos. He aquí una lista de veinte parejas: flaccĭdus flácido – lacio; flamma – flama – llama; folium – folio – hoja; follicáre- folgar – holgar; follicŭlus – folículo – hollejo; foranéus – foráneo – huraño; forma – forma –horma; fossam- fosa – huesa; frigidus – frígido – frío; fumáre – fumar – humear; funda- funda – honda; fundcre – fundir – hundir; fundus – fundo – fondo; fustigare – fustigar – hostigar; galant (fr.) – galán -galante; gorri (vasc.) – gorrión – gorra; grottesco (it.) – grotesco – grutesco; hereditârius – hereditario – heredero.
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Hoy nos referiremos al apóstrofo ( ‘ ). Conviene, en primer término, señalar que no debemos confundir apóstrofo con apóstrofe como, lamentablemente, hacen algunos maestros y profesores descuidados. Apóstrofe es una figura retórica que consisten en cortar de pronto el que habla el hilo del discurso o la narración, “ya para dirigir la palabra con vehemencia en segunda persona a una o varias presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, ya para dirigírsela a sí mismo en iguales términos”. Viene del verbo apostrofar.
Apóstrofo es un signo consistente en una virgulilla colocada a la mayor altura de los palos de la letra y cuya finalidad es marcar la supresión o elisión de una o más letras. Su uso en el español moderno es muy restringido. Se usa para escribir nombres y apellidos extranjeros: Edmundo D’Amicis, Carlos D’Ascoli.
Era frecuente en la literatura clásica española: “Nuestras vidas son los ríos / que va a dar a la mar, / qu’es el morir”. (Jorge Manrique). Ahora se emplea para señalar la pronunciación defectuosa de rústicos: Sigamos pa’lante, No hablamos más d’aquel asunto; y en los trabajos tipográficos se le da el carácter de media comilla cuando en un párrafo entrecomillado deba haber otras comillas interiores. Ejemplo: Según Diógenes Laercio, “Tales decía que no existía diferencia entre la vida y la muerte, ‘¿Por qué no mueres , entonces?’, le dijo uno. ‘Porque no hay ninguna diferencia’, respondió”.