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César David Omañez Morantes (9) se montó a una mata de mangos, en la calle 194 del barrio El Caujaro del municipio San Francisco, la escaló hasta llegar a la fruta, caminó por una rama delgada y se partió. Debajo estaba una cerca con cabillas verticales. Una de estas se le incrustó por las costillas.
El niño jugó fútbol con unos amigos y luego decidió subirse al árbol, a las 6.00 de la tarde del pasado lunes. Sin supervisión de un adulto. Una rama se partió y cayó sobre la cerca. El pequeño quedó incrustado en una cabilla de hierro que le perforó el hígado y la arteria aorta. Se levantó y al ver la herida comenzó a llorar.
Un vecino que escuchó el llanto lo auxilió. Lo montó en su moto y lo trasladó hasta el CDI El Caujaro. Le dieron los primeros auxilios y lo remitieron al Hospital General del Sur, pero por no contar con un cirujano pediátrico, lo llevaron al Hospital Noriega Trigo.
Al trasladar a César a pabellón, en el pasillo se escuchaba “su dulce voz”, cantando un reggaeton. Su padrastro, estuvo pendiente de todo. Se encargó de pasar a los familiares a verlo, mientras esperaban la intervención. Aseguró que el pequeño estaba consciente de lo que sucedía.
Cuando el médico de guardia se acercó a la familia les aseguró que la operación duraría 45 minutos. Sin embargo, duró dos horas y al salir notificó lo peor. “La operación no salió como queríamos, tenía una hemorragia interna”. Perdió cuatro litros de sangre. La progenitora se negó a creer lo que escuchaba. Tenía la esperanza de ver a César salir con la sonrisa que lo caracterizaba.
El cuerpo lo trasladaron hasta la morgue de LUZ, le practicaron la necropsia de rigor y ayer a las 4.00 de la tarde se lo entregaron a sus familiares. En su casa lo esperaban para darle el último adiós.
“Se fue la luz de mis ojos”
Claudia Morantes, madre del niño, lloraba al lado del féretro de César y decía: “Se fue la luz de mis ojos”. Recordaba que ese día llegó a su casa y lo sorprendió en la calle, lo llamó y le preguntó cuánto tiempo tenía afuera. “Ven hijo para tocarte el pecho, y dependiendo de lo sudado que estés, sé cuanto tiempo llevas”.
César le pidió a su mamá pasar más tiempo junto a sus amigos para seguir jugando. 10 minutos después ocurrió el accidente. “Mientras yo me cambiaba, los niños gritaban afuera de mi casa, para avisarme lo que le había pasado a mi bebé, me desesperé cuando le levanté la franela y vi la herida”.
Despedida
Los dolientes, en su mayoría vecinos, se acercaban a despedir a César David. En la casa, donde tantas veces, lo vieron correr, cantar y jugar. Lo describieron como un niño alegre, le gustaban los deportes y soñaba con ser rico para comprar muchos zapatos deportivos, contó un familiar.
Se espera que en las próximas horas, parientes de Colombia, lleguen al funeral. A las 2.00 de la tarde de hoy, el cadáver de César David será sepultado en el cementerio Jardines La Chinita. Era el mayor de tres hermanos, cursaba cuarto grado en la unidad educativa Fray Junispero de Escalada