
Ríchard
A Ríchard Marriaga, de 23 años, le solicitaron un servicio de mototaxi a las 7.00 de la noche. El destino, el barrio San Luis, era frecuente y lo conocía a cabalidad, residía ahí. Luego de dejar a su pasajero, en una de las calles del sector Los Cortijos lo interceptaron dos delincuentes, lo apuntaron con un arma de fuego y le exigieron la moto. Se resistió al robo y le dispararon por la espalda al intentar escapar, recordó la Policía.
«Mataron al ‘Cangry'» gritaban los vecinos. El rumor del asesinato llegó hasta la casa de su abuelo, José Molina. «Iba llegando del trabajo cuando me avisaron». El anciano aseguró que no dudó en un instante en ir hasta la calle donde reposaba el cuerpo.
Las lágrimas cortaron el relato del abuelo. Hizo silencio, tomó aire y con voz entre cortada recordó, afuera de la morgue forense, cada detalle que le dieron sus vecinos. Ríchard iba en su motocicleta, modelo Patotera, negra, cuando dos ladrones lo encañonaron para quitarle la moto. El joven trató de emprender veloz huida y evitar el asalto. Pero le dispararon por la espalda. Se desangró en la vía. Ninguno se atrevía a moverlo.
Los homicidas huyeron sin su botín. El cuerpo de Marriaga quedó boca abajo en la calle. Dos horas permaneció el cadáver en la vía pública. Para las 9.00 de la noche del pasado viernes toda la familia llegó al lugar y cuidaron de que no robaran sus pertenencias.
Una comisión de la Policía científica se hizo cargo de la investigación. Llegó al barrio, recolectó las evidencias y entrevistó a uno que otro testigo. Los detectives manejan el caso como una resistencia al robo. La comunidad les identificó a los homicidas como azotes del barrio. Creen que se escondan en barriadas aledañas.
La madre de Marriaga se encontraba en Barranquilla, al momento del crimen. El padre del joven la llamo para darle la noticia. La mujer inició su viaje de regresó junto a la abuela, para funeral de «su muchacho».