La esquina de la muerte

La Policu00eda cientu00edfica se acercu00f3 a la barriada para las experticias. (Foto: Josu00e9 Nava)

A los amigos Juan Carlos Florido Franco (27) y Douglas Medina los acribillaron de 10 tiros al terminar el partido de fútbol en el barrio Pueblo Aparte. Los homicidas llegaron en dos vehículos y les dispararon sin piedad. Una de las víctima era “bachaquero” y la otra mesonero. El caso se inclina a la venganza

Unos ocho desconocidos se estacionaron a unos metros de donde se encontraban Juan Carlos Florido Franco (27), alias el “Flaco”; y Douglas Medina (21), apodado el “Tirri”, en la calle F con avenida 53 del barrio Pueblo Aparte, parroquia Coquivacoa, y los acribillaron. 

Los amigos se quedaron en una esquina de la barriada. Conversaban con unos vecinos que regresaban de jugar un partido de fútbol en la cancha de Zapara. Sus acompañantes al ver el carro y a los desconocidos sospechosos decidieron marcharse. “Quien no la debe no la teme”, le gritó Franco y Medina a quienes se alejaban.

Las detonaciones se escucharon a las 10.30 de la noche del pasado jueves. Los desconocidos dispararon contra el “Flaco” y el “Tirri” desde un carro pequeño, verde, y la camioneta blanca y se marcharon, comentó un testigo.

Los vecinos al salir se percataron que se trataba de los muchachos. El “Flaco” yacía encima de un charco de sangre en la acera de la calle, mientras que el “Tirri” agonizaba a su lado. Los familiares y los curiosos abarrotaron la calle. Pararon una comisión de la Guardia Nacional que pasaba por el lugar y montaron al herido para trasladarlo al CDI de Zapara, donde ingresó sin vida. 

Unos minutos más tarde acudió al sitio una patrulla de la Policía regional que resguardó la escena del crimen. No le permitían a la familia del “Flaco”, acercarse al cuerpo. 

Una comisión de la Policía científica colectó las evidencias, montó el cadáver de Florido en la furgoneta y de regreso pararon en el CDI para recoger el cuerpo del “Tirri”. A ambos los trasladaron hasta la morgue forense, donde permanecían. Ayer, ningún familiar había reclamado los cuerpos.

Este doble homicidio está ligado con una guerra entre bandas por el control de los puntos de venta de drogas en el barrio, aseguró un policía. 

“Este barrio es muy peligroso, es una guarida de ladrones de carros y azotes. Necesitamos vigilancia policial”, denunció un vecino, quien no se identificó por miedo a represalias. 

Florido se dedicaba a “bachaquear” productos regulados y su amigo era mesero en un restaurante de la zona. Todas las noches se detenían en esa esquina para consumir droga.

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