Ojalá
El 14 de febrero de 1936, el pueblo venezolano perdió el miedo en defensa de la democracia y los derechos humanos. Como ocurre siempre, la primera respuesta de los herederos de una autocracia, fue la violencia de las armas masacrando al pueblo desarmado. Pero la manifestación no se suspendió sino que se fortaleció. En una Caracas de 200 mil habitantes, uno de cada cuatro estaba presente. Era la más grande manifestación de la historia venezolana. Los caraqueños se jugaron el todo por el todo por la democracia. Nadie ha podido regresar el país a la situación anterior al 14 de febrero de 1936. Ni Pérez Jiménez ni mucho menos Hugo Chávez y sus herederos. Y aconteció lo impensable: el pueblo protagonista fundamental de esos hechos, fue escuchado por los herederos del gomecismo. Miraflores no se cerró al clamor popular. Y en pocos días, hubo respuestas serias a sus planteamientos. Estaba naciendo otra Venezuela, sin terror, ni represión ni despotismo ni anarquía. Ese día todo terminó en orden. Venezuela había aprendido a vivir en paz.
El 14 de febrero entonces, nació la democracia venezolana en la calle, exigiendo respeto a los derechos humanos en general. Ese día también se puso de manifiesto la forma preferida de expresar la soberanía y voluntad popular: la presencia en la calle que ningún régimen puede impedir. Ochenta años después, el 1 de septiembre de 2016, nuevamente sin miedo alguno, el pueblo saldrá a las calles de Caracas. Ahora vendrá de toda Venezuela. Ese día los venezolanos también se jugarán el todo por el todo, en defensa de la democracia y la Constitución.
Ojalá la madurez de López Contreras sirva de ejemplo a quienes hoy desde Miraflores se niegan a oír el clamor de un pueblo ya desesperado. Ojalá un Programa de Septiembre sustituya al fracasado “Plan de la Patria”, por un verdadero proyecto nacional de consenso que saque al país de la mayor crisis de toda su historia. Y finalmente, ojalá que la presencia del pueblo en las calles, haga ver con claridad al Poder Constituido, que no puede seguir ignorando a la mayoría del pueblo venezolano, depositario del Poder Constituyente Originario, impidiéndole arbitrariamente su derecho a la revocación del mandato al Presidente de la República. El ejercicio de tal derecho, abriría nuevos rumbos a un país en crisis humanitaria. El 1 de septiembre entonces, debe renacer la democracia venezolana al siglo XXI, en orden y en paz. Ojalá este régimen tenga como el Gobierno de 1936 “calma y cordura”.