José Reyes tiene cuatro meses viviendo de la basura

Josu00e9 se sostiene con la bondad de la gente que le regala dinero o comida por mantener limpia la vu00eda. (Foto: Maru00eda Fuenmayor)

José Reyes, de 70 años, tiene cuatro meses viviendo de la basura en la vía a Perijá. A diario puede hacer 750 bolívares vendiendo plástico y cartón o recibiendo colaboraciones. Solo puede comprar medio kilo de arroz o harina, de las que debe comer dos veces y compartirla con su hermano

La necesidad hizo que la mente de José Reyes Villamizar le mostrara “su destino”, la basura. Hace un poco más de cuatro meses tuvo una visión. “Vi mucha basura y más adelante me conseguí un rastrillo, me dije: la basura y el rastrillo, algo me está diciendo la vida y al día siguiente decidí venirme a San Francisco para limpiar”. Hoy, agradece la bondad de la gente. “Me siento congratulado porque gracias a la gente no paso hambre”.

Villamizar comparte su humilde casa con un hermano, en el barrio 28 de Diciembre, cerca de lo que ahora es su lugar de trabajo. Aunque reconoce que vivir de la basura es triste, trata de hacer su labor de la mejor manera. Todos los días revisa la basura que los lugareños le dejan y la selecciona. Cartón, plástico, juguetes y restos de comida, esta última la divide en dos, “lo que come la gente y lo que comen los animales”. Diariamente puede hacer hasta 750 bolívares gracias a lo que la gente le da por recibir las bolsas o por la venta del plástico y el cartón.

“Tiene que ver cómo llega la gente aquí buscando los cueritos o huesos para comer”, por eso los regala “Yo también sé lo que es pasar hambre, aunque ahorita, gracias a Dios, me sostengo de la basura”. Lo que hace a diario lo usa para comprar medio kilo de arroz o harina que comparte con su hermano, quien es recogedor de aluminio. Mientras está en su “plaza” dice que no pasa hambre. “Aquí me ayudan mucho, desayuno y almuerzo aquí”. 

Extremo

La alimentación de José, como la de la mayoría de los venezolanos, no es la adecuada, sin embargo agradece a Dios no pasar hambre. “Ni Dios lo quiera”. Él cataloga la situación del país como “pobreza extrema”. Opinión que puede dar con toda propiedad luego de ver “un desfile de niños, jóvenes y ancianos que hurgan en la basura desde la mañanita hasta la noche”.

Para José la basura es su principal proveedora. “A mí me ha dado mucho, yo llegue descalzo y sin ropa aquí”, señaló al mostrar unas gomas curtidas y rotas que cubren ahora sus pies. Por eso está convencido que “la basura da para todo”. El hombre llora al recordar todo lo que le ha tocado sufrir en sus 60 años de vida. 

Camuflado 

José viste una camiseta roja manga larga que lleva una frase alusiva a la gestión bolivariana del alcalde Omar Prieto. “Trabajando para todos”. Cuestión en la que no cree el sexagenario. “Tengo años con este suéter porque me lo regalaron y me cubre del sol, pero no porque crea en esta revolución porque ellos tienen a los venezolanos en el suelo, yo me lo pongo camuflado”.

Asegura que si pudiera pedir algo a la vida, sería que arreglara el sistema, porque la pobreza está extendida. “Los niños vienen a la basura desde muy pequeños hasta los 17 años, porque cuando cumplen 18 les da pena entrar en el contenedor, entonces se dedican al hurto, robo y atraco, da lástima ver cómo se esta perdiendo la juventud”. 

A pesar de todos los sacrificios que hace el hombre, se considera “afortunado”. La labor de mantener limpio el espacio de la avenida 50 y el kilómetro 10 de la vía a Perijá, es merecedora de agradecimiento por parte de la comunidad que transita a diario y que se detiene a darle algo a José. Pero también es motivo de críticas en contra de las autoridades del municipio sureño. “Ese es el trabajo del Gobierno municipal, por eso nosotros lo ayudamos”, dijo Carla Peña, vecina.

No es el único

Marcos Suárez, colombiano, de 80 años, es el relevo a José Reyes en la entrada de la urbanización Villa Chinita. Allí mantiene el orden y la limpieza de cuatro contenedores. Ambos evitan que “los otros recolectores” rompan las bolsas. “Las seleccionamos muy bien y evitar las moscas”. En una carruela, el anciano recorre el Caujaro y Sumaque en busca de plástico o cualquier chatarra que pueda vender antes de su guardia que inicia a las 3.00 de la tarde. Él vive solo en el sector Santa Inés, dice que come lo más barato o espera, pues “a veces caen vaina buenas y me lo llevo”. 

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