Trump
En un reciente artículo, Deepak Chopra afirma lo siguiente: “Donald Trump no es extraño o anómalo. Respalda algo universal, algo justo delante de nuestros ojos. Es un aspecto de la psiquis humana del que nos sentimos turbados y avergonzados, lo cual lo convierte en nuestro secreto colectivo. Retrocediendo un siglo en el campo de la psicología profunda, el lado secreto de la naturaleza humana adquirió un nombre especial: ‘La sombra'”.
Chopra, supongo, crítico desapasionado, muestra una cara de lo consciente contra lo inconsciente que posee la especie humana, no obstante, dejarle fuera de la racionalidad a un hombre que ha hecho un imperio inmobiliario en Panamá y otros países sin escatimar esfuerzo para lograrlo, sería mezquindad. Trump, quien no es santo de mi devoción, ha jugado un póker de puros arlequines, sabe manejar las barajas; por lo tanto, desarrolla y maneja la estrategia para lograr objetivos, contando con las fallas del contrincante y la retaguardia (la masa) a su favor, su nacionalismo sajón ha dado frutos, lo menos que quiere es perjudicar a quien no perturba, es un espíritu patriota y no patriarca, pero que contempla una obra no salomónica y fundada en un optimismo exacerbado que es la base de su triunfo.
Ser triunfador, denota un espíritu elevado, una autonomía sólida. El resentimiento es un patrón de conducta que, precisamente, hace “al malo” voluntario de poder como lo plantea Nietzsche. Su patriotismo no es una condición de mérito profundo, más bien es la versión minúscula del patriotero, un burdo cancerbero del patriarcado (nación). Sin embargo, su fórmula convincente ha sido exacerbar un nacionalismo obtuso apoyado en una masa defraudada -populismo-y apenada por condiciones que creen son inmorales (inmigración ilegal, narcotráfico, terrorismo, prostitución, etc.) Su ímpetu impacta negativamente.
Podría ser un traumado parental resentido, pero esta condición ha dado pie a pescar en río revuelto y llegar al triunfo, es el tahúr que aprovecha la oportunidad mínima de debilidad de sus opositores. Malo o bueno, consciente o no, es un triunfador, su retórica perversa ha sido efectiva. Es lo que plantea Chopra; Trump aprovechó la sed de venganza inquisitiva de aquellos a quienes el yo oculto -“la sombra”- les ha aflorado con su discurso maquiavélico.