La sentencia de un cobravacunas

La esposa del comerciante perdiu00f3 el control al ver su cadu00e1ver.

A Jaime Luis Leal Arrieta (38) lo asesinaron cuando iba con su hijo a su negocio en la C-2. Uno de los proyectiles atravesó el brazo de su acompañante. Los familiares denunciaron que desde hace dos semanas recibía llamadas extorsivas. “Le dijeron que si no pagaba, lo iban a matar”, acotó su suegra

De siete impactos de bala mataron ayer, a las 10.30 de la mañana, a Jaime Luis Leal Arrieta, de 38 años, mientras conducía un Optra, plateado, placa AE400CK, por la Circunvalación 2 del municipio Maracaibo. Su hijo lo acompañaba y una bala le atravesó un brazo. Sus parientes denunciaron que desde hace dos meses lo extorsionaban, siempre se negó a pagar. 

Sus familiares llegaron al sector La Matancera casi simultáneamente después del crimen. Su esposa y su hijo quedaron en shock. “Yo le dije que no se parara frente a la frutería. ¡Dios mío! Esto no puede estar pasando, esos malditos indios”, repetía una y otra vez Yordanis Morillo, esposa de la víctima, ante una veintena de curiosos.

El cadáver de Leal yacía dentro de su carro. Su cabeza reposaba sobre el volante, la sangre le cubría el cuello, las manos y los brazos. Los funcionarios de la Policía regional no se explicaban de dónde salía tanta sangre.

Mientras los detectives inspeccionaban el auto y la calle e intentaban mantener a distancia a parientes y averiguadores, los Leal no pronunciaron una palabra. Solo se consolaban y se lamentaban.

Fríamente

El llanto retumbó por la vía hasta que guardaron el cuerpo en la furgoneta forense para llevarlo a la morgue. Morillo tomó la palabra y recordó que Jaime salió de su vivienda en compañía de su hijo, de 13 años, para la frutería La mano de Dios, un local que inauguraría el próximo sábado. Apenas se estacionó, dos motorizados lo abordaron, uno de ellos sacó un arma de fuego y le disparó tres veces.

Al verlo herido, el adolescente tomó el volante para escapar, giró a la derecha y en la maniobra se estrelló contra la cerca perimetral de una vivienda. El golpe destrozó la parte frontal del vehículo, derrumbó la pared y provocó que la bolsa de aire se abriera, detalló Liliana Miquilena, suegra del occiso.

Los sicarios se detuvieron, caminaron hasta la ventanilla del conductor y dispararon otras cuatro veces. Según el sobreviviente, su padre agonizaba, pero esto no impidió que le salvara la vida a su hijo, lo ocultó entre la bolsa de aire durante la segunda arremetida de los homicidas y allí lo mantuvo hasta que estos huyeron.

Caos

Entre los conductores que curioseaban y los funcionarios de la Policía regional, la autopista colapsó y el tráfico se paralizó.

Los familiares de Jaime estaban horrorizados, se abrazaban entre sí, lloraban, gritaban. El único sobreviviente e hijo de la víctima se arrodilló sobre el pavimento, extendió los brazos hacia el cielo y gritó desesperado: “¡Papi, te amo! Por favor, no lo tiren en piso, él está vivo”.

Un funcionario lo levantó y lo cargó, debía retirarlo del lugar, antes de que perdiera el conocimiento. De inmediato lo trasladaron hasta el Hospital Materno Infantil, una bala le rozó uno de los brazos, perdía sangre, necesitaba cuanto antes de asistencia médica.

Liliana Miquilena, suegra del occiso, comentó que hace dos meses unos hombres llamaron por teléfono a su yerno para cobrarle vacuna, a lo cual se negó rotundamente, prefirió formular la denuncia ante la Policía científica. “Le dijeron que si no pagaba, lo iban a matar”.

 

 

Visited 2 times, 1 visit(s) today