Niños,
Isabel Torres vende yuca en la avenida 11 con calle 58 del sector Monte Claro y pese a que tiene 65 años de edad, sus problemas “no terminan”. Esta ama de casa observa como cada día de un colector emergen “miles y miles” de litros de aguas negras, que tienen las ventas “por el piso”, al igual que su “autoestima y la de sus vecinos”.
Hace más de 15 días que inició el “problema” sin previo aviso, la calidad de vida de los residentes del lugar “se fue por el desagüe” y el líquido se escurre por el pavimento a lo largo y ancho de 500 metros. Alí Rodríguez, vecino del lugar, comenta que el mal olor pasó de “molestarlos” a “matarlos” y los zancudos los mantienen “azotados”. El comerciante teme que vuelvan a caer “tres gotas” y las aguas inunden, como ya pasó con sus viviendas.
Pensar que se avecina la lluvia les pone los “pelos de punta”, porque todo “colapsa”. La escabiosis que José, un abuelo de 70 años, tiene en la piel, deja entrever que más allá de la “pudrición” y ver los “tropezones”, el problema de insalubridad “amenaza” con arrebatarle su vida y la de los suyos. Los vómitos, diarreas y dolores de cabeza, también están a la orden del día.
Vidas sumergidas
Sin titubeos, los lugareños afirman que “las autoridades están al tanto del problema”, pero el ambiente continúa contaminado. Rosa Pérez, quien se dedica a la docencia, esta “desesperada” y cada vez que llega el agua teme que su vida se sumerja “aún más en la inmundicia”.
El lugar, que de acuerdo a su diseño es una arteria vial, funge como una cañada de piso verdoso y larvas, acompañadas por cauchos, sillas escombros y basura. Mientras Vanesa Hernández vende un par de panes a uno de sus amigos en la “tiendita” donde trabaja, su cara cambia de expresión al ser consultada sobre los problemas que trae consigo el bote de aguas que se mantiene perenne. “Da rabia y tristeza porque de esto nadie se salva. La estamos pasando muy mal”.
Transitar por la avenida 11 con calle 58 del sector Monte Claro y sus adyacencias es una acción de “valientes” o “necesitados” que como “requisito indispensable” se tapan la nariz al pasar. Ni el glamour de las ventas de ropa y dulces que se encuentran por el lugar, impiden que propios y visitantes se “vayan sin pensarlo o se atrevan a quedar”.
Pese a las protestas, denuncias y cierre parcial del tramo vial, lo vecinos siguen “desbordados” y “hartos” de tanto esperar. De los momentos cuando los niños jugaban fútbol y las abuelas cartas frente a las casas, quedan rastros que rememoran un pasado que tanto la mugre como las aguas fétidas “diluyó”. Los residentes exigen respuestas a las autoridades y aseguran que “pese a los llamados diarios” y estar a 50 metros de la Cantv Coquivacoa permanecen “invisibles”.