Esta
No puedo iniciar mi escrito sin antes recordar al cantautor, poeta, escritor y filósofo argentino Facundo Cabral, en algunas de sus frases célebres, que quizás pudieran explicar en cierta medida lo ocurrido en Venezuela en los últimos 18 años, cito la primera de ellas: “Solamente tengo miedo a los pendejos, porque son muchos… no hay forma de de cubrir semejante frente, además por más temprano que te levantes, a donde vayas, ya está lleno de pendejos. Y son peligrosos, porque al ser mayoría eligen hasta el Presidente”.
Mientras su segunda frase célebre hace referencia a: “El político pendejo es aquel que cree que el pueblo es pendejo”, entendiéndose por pendejo aquella persona carente de astucia, discernimiento e inteligencia en el lenguaje coloquial de los países latinoamericanos. La demagogia, al empleo de halagos, exaltación de las desigualdades sociales y la asunción de falsas promesas que son populares, pero difíciles de cumplir para convencer al pueblo, y convertirlo en instrumento de su propia ambición política, mediante el discurso anacrónico de luchas de clases.
La creación de expectativas como vieja praxis de las dictaduras militares totalitarias es una estrategia fundamental para consumar la demagogia para pendejos, partiendo de la hipótesis que la mayor parte del pueblo es pendejo; desde la óptica del político pendejo, pero la realidad de la Venezuela de hoy es muy distinta a la de hace 10, 15 o 19 años atrás, porque el pueblo venezolano, hoy hundido en la miseria, el hambre y la esclavitud gracias a la revolución, aprendió a tener más astucia, discernimiento e inteligencia para develar el gran saqueo, el monumental fracaso, y la enorme mentira que ha representado la revolución del Socialismo del siglo XXI.
Esta creación de expectativas consiste, en que el dictador para sostenerse como sea en el poder asume en su discurso político un sinnúmero de promesas, que las condiciones económicas, políticas y sociales les impiden cumplir; pero el aparato de propaganda del régimen, utiliza la promoción de algunas pequeñas entregas de beneficios sociales, a minúsculos grupos oficialistas para venderlos como una política que le llegará a todo el pueblo, siempre y cuando la revolución se mantenga en el poder.
Porque de ahora en adelante, según el dictador sí se van arreglar problemas que en los 18 años de gobierno anteriores, no se solucionaron sino que se agudizaron al extremo, habiendo dilapidado en el camino más de 1,3 billones de dólares en ingresos y triplicado monto de la deuda externa.