Nuestro
Cuando los barcos naufragan en medio del Océano, la principal causa de muerte de los pocos sobrevivientes a la tragedia es la deshidratación. Todos hemos leído historias o visto en las películas como estos personajes sufren por no poder injerir líquidos, paradójicamente mueren de sed rodeados por agua, muchos sucumben a la tentación y toman el agua salada lo cual les causa mayor deshidratación. Venezuela es hoy un náufrago, flotando a la deriva en riquezas naturales.
Nuestro país al igual que el náufrago, navega entre abundantes recursos naturales, pero al igual que el agua salada, las riquezas naturales de Venezuela necesitan de procesos productivos para generar la riqueza y el bienestar que revistan en calidad de vida para la población. Los regalos de la naturaleza por si mismos no generar desarrollo y progreso, para eso se necesita de inversión, producción e innovación palabras proscritas durante el chavismo.
Es lamentable que en un país petrolero, se hagan colas kilométricas para surtirse de gasolina, que una potencia energética, por sus hidrocarburos, el gas, y abundantes reservas de agua, las ciudades sufran de la más severa penumbra y los ciudadanos soporten fuertes oscilaciones en el servicio eléctrico, cuando no son víctimas de cortes programados (pero no avisados) durante horas. En este país donde fuimos autosuficientes e incluso llegamos a exportar rubros como: leche, caraotas o carne; hoy no solo sufrimos escasez de los mismos sino que se encuentran proviene del extranjero.
Podríamos seguir enumerando los casos en que los recursos están allí para explotarlos, pero que la vorágine de un Estado que quiso apoderarse de todo y aplicó el toque del Rey midas al inverso, desaprovechó la fertilidad de nuestra tierra y sumió al país en una crisis digna de una caso de estudio en las facultades de economía del mundo.
Al igual que el náufrago, que cuenta con el agua y solo le faltan las herramientas y el conocimiento para potabilizar el líquido; Venezuela está repleta de recursos naturales e incluso capital humano, solo es necesario un gobierno que aplique políticas económicas sanas, incentive la inversión y promueva la innovación de la que son capaces los brillantes profesionales con los que cuenta el país. Venezuela flota a la deriva en un mar de riquezas desaprovechadas, es momento de cambiar el capitán y la tripulación entera para llevar el barco al puerto del desarrollo y el progreso.