En 2018 se espera una inflación de seis mil al siete mil por ciento, que triplicará o más la del 2017, en un marco de contracción grave de la oferta de bienes y servicios. La desesperante situación pudiera conducir a la dolarización de la economía, aun con los riesgos de la dependencia de Venezuela de los mercados petroleros
Venezuela inicia un nuevo año, en medio de una crisis política sin precedentes y una catástrofe económico-social, que supera a cualquier otra de la historia de EEUU, Europa Occidental o el resto de América Latina. Esta no tiene precedente en ningún país en tiempos de paz. Estamos peor que en Siria. Para destacados especialistas, la situación venezolana no es sostenible.
Por todo ello, el primer desafío hoy del país, radica en superar un estado emocional desesperante. Conocedores de la psicología social han puesto de manifiesto, que los venezolanos estamos experimentando miedo, angustia, rabia, tristeza, perplejidad e incertidumbre
Un segundo desafío que influirá en el primero, será el de la creciente hiperinflación que enfrentaremos en 2018. Entraremos en una nueva fase de ella, que acentuará el desabastecimiento y el empobrecimiento. En 2018 se espera una inflación del seis mil al siete mil por ciento, que triplicará o más la del 2017, en un marco de contracción grave de la oferta de bienes y servicios.
La desesperante situación pudiera conducir a la dolarización de la economía, aun con los riesgos de la dependencia de Venezuela de los mercados petroleros. Sin embargo, la salida racional y lógica sigue siendo, enfrentar la hiperinflación a través de una política económica que ataque los desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios.
Todo esto conducirá al país a un tercer desafío, que será tanto para el Gobierno como para la oposición: dar respuesta acertada a las demandas cada vez más radicales de la población, cuando se exacerban la pobreza y la desigualdad. Y el cuarto desafío será la manera como Gobierno y oposición enfrenten la necesaria negociación para destrancar el juego político y buscar salidas a la catástrofe económico-social que vivimos.
La negociación es clave en medio de las profundas inequidades electorales que experimentamos y también el régimen la requiere, para relegitimarse y enfrentar las sanciones impuestas y las que están en puertas. Este proceso es incierto pero clave para ambas partes. La gran pregunta que surge de la negociación en marcha responde a la interrogante: ¿Habrá condiciones para competir en unas elecciones presidenciales en 2018? De la respuesta a esta pregunta, dependerá en buena medida lo que pueda ocurrir en Venezuela este año. Ojalá el Gobierno y la oposición actúen en función de los intereses del pueblo venezolano. De lo contrario, la crisis se agravará con consecuencias impredecibles.