El nuevo Presidente no podrá asumir hasta enero o abril 2019 (según decida la ANC). Del mismo modo, al nuevo primer mandatario le será exigido juramentarse ante la “constituyente” o no será reconocido por las instituciones que deberían ser del Estado y hoy son del PSUV, si no lo hace no podrá ser proclamado
Primer escenario: En virtud de la prefabricación de las presidenciales a la medida más exacta posible a los intereses del Gobierno, la oposición decide no asistir. Este escenario le depararía el triunfo a Maduro, sin embargo, como ya es vox populi, dicho advenimiento no sería reconocido por las organizaciones ni países más influyentes del planeta, al contrario, acarreará más sanciones al Gobierno, su aislamiento definitivo, traducible en dramáticas consecuencias que sufrirá el pueblo; la escasez, inflación y la caotización del espectro público/privado de hoy serán apenas la antesala a lo que vendrá.
Segundo escenario: A pesar de las desproporcionadas condiciones en su contra, la oposición decide participar, Maduro amparado en el andamiaje de desinstitucionalización y el uso discrecional de los recursos públicos a su favor gana. Como lo ha advertido incesantemente, la comunidad internacional no reconocerá este resultado ilegítimo, las consecuencias tampoco se harán esperar, las sanciones económicas y financieras afectarán igual que en el primer escenario a la población del país, Venezuela será aislada del contexto mundial.
Tercer escenario: Menos probable, la oposición decide ir al ruedo electoral, la participación masiva de los venezolanos y la presión internacional imposibilitan el fraude, alzándose con la victoria. Ahora bien, el nuevo Presidente no podrá asumir hasta enero o abril de 2019 (según decida la ANC). Del mismo modo, al nuevo primer mandatario le será exigido juramentarse ante la “constituyente” o no será reconocido por las instituciones que deberían ser del Estado y hoy son del PSUV, si no lo hace no podrá ser proclamado. ¿De qué valdría un presidente en este contexto? De nada.
Tal como se aprecia, en los actuales momentos en Venezuela no existen condiciones institucionales, mucho menos electorales, para que la voluntad del pueblo sea respetada. Estamos 100 % dados a la premisa que la salida a la peor coyuntura histórica de la nación es electoral, sin embargo, la “constituyente”, las regionales, municipales y ahora las presidenciales no cumplen con los criterios esenciales para ser considerados procesos electorales democráticos, son meros actos gubernamentales. Es por ello que sin importar cuáles sean, los resultados de estos procesos serán siempre los mismos, el ilegal e ilegítimo fortalecimiento de la élite roja (con su entorno) y el empeoramiento progresivo (cada vez más a prisa) del pueblo