Consideramos, que las elecciones tienen que ser un acto soberano, que le permita al pueblo decidir cuáles gobernantes regirán nuestro destino democrático. La única batalla que debemos dar es por el progreso, por la paz y el entendimiento entre hermanos venezolanos
Los venezolanos vivimos un escenario político de altísima complejidad. Pareciera que el país estuviera entrampado en medio de una profunda crisis política y social, que nos convoca a todos, sin radicalismos y con sabiduría a construir un mejor para nuestros hijos. Necesitamos unirnos a pesar de las diferencias para alcanzar el cambio.
Podría parecer exagerado ver la principal industria generadora de riqueza del país (PDVSA), saqueada y destruida por la corrupción socialista; el Sistema Eléctrico Nacional, con una capacidad instalada de 30 mil MW y tan solo genera 10 mil MW, con un grave colapso en la red de distribución eléctrica; una profunda escasez de dinero en efectivo, un sistema de salud pública colapsado, que no garantiza el derecho a la salud, ni a la vida de nuestro pueblo; con altos niveles de deserción escolar en todo el sistema educativo del país; con un alto costo de la vida, e ingresos en bolívares muy devaluados que incrementan el hambre en nuestra población; con un quiebre en la actividad industrial y comercial de la nación; ausentismo laboral por los bajos salarios; y un éxodo masivo de más de cuatro millones de venezolanos, acosados por una profunda crisis humanitaria.
Es una verdad que el pueblo quiere votar, quiere expresarse y definir su destino democráticamente. Pero también quiere hacerlo con un CNE transparente, justo, equilibrado, imparcial, con garantías electorales, necesarias para que el voto de cada ciudadano, sea respetado.
Escuchar a voceros del Gobierno decir… que “jamás entregarán el poder”, nos remite a la siguiente pregunta: ¿Para qué entonces elecciones? ¿Elecciones sólo a la medida de una parcialidad política embriagada de poder, que buscan intentar legitimarse? Consideramos, que las elecciones tienen que ser un acto soberano, que le permita al pueblo decidir cuáles gobernantes regirán nuestro destino democrático.
Los ciudadanos de esta patria, hijos de Bolívar, somos gente de paz, no queremos arrancarnos los corazones entre hermanos como ha sucedido en Siria y en otras latitudes, que por una lucha absurda, por sólo sostenerse en el ejercicio del poder, pudiésemos transitar episodios muy lamentables, ya vividos en otras naciones, con consecuencias muy dolorosas para los pueblos. Y que solo abonan el camino a más miseria, atraso y desolación.
La única batalla que debemos dar es por el progreso, por la paz y el entendimiento entre hermanos venezolanos, y por los canales democráticos consagrados en nuestra Constitución.