Es como si una forma primitiva de egoísmo se hubiese adueñado de nosotros y que solo importásemos nosotros mismos. Tenemos 20 años padeciendo unos cambios brutales en nuestra forma de vida. Pero cambios que han ido en detrimento de la misma
“Cuando en un país reina el orden, es una vergüenza ser hombre pobre y común. Cuando en un país reina el caos, es una vergüenza ser rico y funcionario.” Confucio
“Vivimos en Venezuela señor”. Ese fue la respuesta que obtuve de una señora ya bien entrada en los 50 años cuando me quejé en una línea de transporte por el aumento indiscriminado de las tarifas y del terrible servicio que prestaban estos.
Los venezolanos perdimos el sentido de pertenencia y nos hemos resignado a que vivir en nuestro país tiene que ser sinónimo de caos, de abuso, de arbitrariedad y de todo lo que signifique mal vivir.
Da la impresión además, que dejamos de pensar en el país como conjunto, e inclusive estemos hasta desdeñando los principios básicos de unión familiar. Es como si una forma primitiva de egoísmo se hubiese adueñado de nosotros y que solo importásemos nosotros mismos.
Tenemos 20 años padeciendo unos cambios brutales en nuestra forma de vida. Pero cambios que han ido en detrimento de la misma. Somos más pobres. Tenemos que hacer colas para comprar comida racionada. Nuestra moneda ha sido devaluada. Somos presa de la delincuencia. Nos morimos en los hospitales porque los mismos son infraestructuras deterioradas, no hay insumos ni medicamentos con que atender a los pacientes. El transporte público se ha convertido en una forma de tortura cotidiana.
Hay estados del país que pueden llegar a estar más de 15 horas sin servicio eléctrico y que quienes están encargados de dar respuestas solo nos den relatos fabulados de las causas y ninguna solución habla de lo que vive Venezuela. Y así el agua, cualquier trámite administrativo, un trámite como sacarte la cedula u obtener un pasaporte son sinónimos de caos, oportunismo, viveza y matraqueo.
Sigo sosteniendo la tesis, de que quienes están en el poder, han utilizado una estrategia muy bien instrumentada para quebrar la voluntad de la gente, para mantenerlos ocupados en cubrir necesidades básicas y jugar a dar la imagen de que hagamos lo que hagamos son invencibles. Eso no es cierto, solo la voluntad ciudadana es la que opera profundos cambios en los destinos de las naciones.
En la medida que nos creamos derrotados, perderemos las esperanzas y si perdemos las esperanzas qué más nos queda que bajar la cérvix y acatar los designios del poderoso. Entonces ¿será que esto pasa porque vivimos en Venezuela o porque los venezolanos lo hemos permitido?