Cuando pensábamos que el viraje hacia la izquierda en la región del sur se hacía cada día más irreversible, la muerte de Hugo Chávez gestor de ese trabajo ocasionó una erosión en los liderazgos emergentes
Nos ha tocado vivir en tiempos donde el mundo multipolarizado se recompone para intentar volver hacia la era de la guerra fría. Norteamérica está siendo timoneada por un personaje que está cumpliendo lo que prometió en su campaña, hacer de EEUU la potencia militar que desde nuestro continente desafía a los regímenes que escalaban un camino hacia el armamentismo nuclear y así queda evidenciado con el cambio de posición repentina del presidente norcoreano Kim Jong-un.
En Latinoamérica la correlación de fuerzas políticas y el Estado de las economías también ha cambiado. Cuando pensábamos que el viraje hacia la izquierda en la región del sur se hacía cada día más irreversible, la muerte de Hugo Chávez gestor de ese trabajo, ocasionó una erosión en los liderazgos emergentes, al punto que varios exmandatarios han sido enjuiciados y otros encarcelados, objeto de acusaciones en contra del erario público.
En Venezuela resulta muy difícil predecir los acontecimientos que tenemos frente a nosotros en los próximos meses. El manejo macroeconómico no ha sido asertivo para doblegar la hiperinflación que asfixia minuto a minuto el poder adquisitivo del ciudadano común, el sistema de seguridad social no brinda la posibilidad de cubrir las contingencias de sus asegurados y el entablado de políticas proteccionistas encuadradas en misiones sociales ha dejado de dar respuesta a las necesidades de la población vulnerable reduciéndose dicho entramado al beneficio de la provisión de la caja de alimentos a un sector de la población.
Bajo tales perspectivas esta reciente elección presidencial debiera originar una estabilidad política proclive a fomentar una atmósfera de entendimiento entre todos los factores para la toma de decisiones urgentes en materia económica. Si ello no ocurre, entonces estaremos entrando en una espiral hiperinflacionaria mayor que la que nos ha tocado vivir, que conduciría a un incremento de los precios de la canasta básica de forma exponencial superior al 80 por ciento que actualmente experimentamos.
La Venezuela posible está frente a nuestros ojos y no la queremos ver. Al Gobierno y a la oposición le corresponde interpretar lo que acaba de ocurrir en las urnas electorales y entender que este país necesita el concierto de todos los ciudadanos de buena voluntad para encaminarnos hacia mejores senderos de prosperidad y desarrollo. La Venezuela posible es el gran reto de los líderes de hoy, no dejemos que otros escriban la historia, cada quien tiene el lápiz en su mano para trazar las líneas de un mejor país y de un mejor mañana.