El fantasma de la contradicción parece zumbarle en los oídos a Miraflores e ir en contracorriente a sus propios puntos de vista. Han sido reiteradas las afirmaciones del régimen en el pasado de no contar con presos políticos
Venezuela parece un carnaval incierto de noticias encontradas. Mientras muchas naciones hacen causa común para entorpecer las acciones y la autenticidad de un Gobierno que hace lo imposible por arroparse con la cobija menuda de su legalidad, el fantasma de la contradicción parece zumbarle en los oídos a Miraflores e ir en contracorriente a sus propios puntos de vista.
Han sido reiteradas las afirmaciones del régimen en el pasado de no contar con presos políticos. Han sustentado este rechazo, aclarando con su solemnidad insuficiente, que quienes están tras las rejas son meros delincuentes, pese a no comprobárseles por lo general, delito alguno y se convierten en carne de cañón de los empeños de una dictadura por hacer prevalecer sus dominios.
Pero los acontecimientos de los últimos días demuestran la existencia de un leve temor entre los personeros del Gobierno venezolano. Hay un mensaje entre líneas –muchas de ellas parecen curveadas y retorcidas–, que prevalece un enfebrecido interés por demostrar unas intenciones reales por calmar los estragos de sus votaciones de pacotilla.
Han liberado una sarta de presos políticos. Lo han hecho con un desgano indómito y con la débil convicción de persuadirle al mundo que cuentan con un carácter democrático. Toda esta farsa la ejecutan después de efectuadas unas elecciones que nadie en el planeta se creyó.
De los liberados en El Helicoide, los más resaltantes son el general del Ejército, Ángel Vivas, y el exalcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos. Llevan medidas cautelares sobre sus espaldas, con las remozadas restricciones acostumbradas.
Al mismo tiempo, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en su lucha empecinada por la libertad de Venezuela y con su cordura presta a mantener una buena lógica hemisférica, reveló recientemente que cuatro países pertenecientes al organismo planean denunciar al Presidente venezolano por delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra, ante la Corte Penal Internacional.
Posición similar manifestó el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, quien hará una petición esta semana en plena asamblea general de la OEA en Washington, para suspender a nuestro país de dicha organización. Será una lucha entre quienes desean afianzar su dominio en un país hecho trizas y unos factores internacionales que tratan de aplacarle el poder a un sistema absolutista que mata a su pueblo de hambre y desesperación.