Hoy, Venezuela es un país de nula posibilidad de alcanzar una mínima calidad de vida; cada día disminuye el lapso de vida de nuestra gente. La emigración es el pan de cada día, sobre todo de nuestro principal talento profesional y laboral
Venezuela, país de ensueño, fundador en el continente, en tiempo y espacio, de la pluralidad política; es hoy un país de pesadilla; de ruindad política, económica, social y moral; la emigración es el pan de cada día, sobre todo de nuestro principal talento profesional y laboral y está inmerso bajo el control absoluto de un régimen dictatorial: su norte es avasallar a todos los sectores políticos, económicos, sociales, culturales, y religiosos que fijan posición sobre el desmadre generalizado causado y contrasta con una política de persecución, de cárcel y de muerte.
Nuestra realidad actual era impensable hace 20 años atrás, Hoy, Venezuela es un país de nula posibilidad de alcanzar una mínima calidad de vida; cada día disminuye el lapso de vida de nuestra gente. Hoy el principio de la “primacía de la realidad” es determinante; el régimen cada día reduce por su impopularidad geométrica.
Millones de conciudadanos salen despavoridos, “como si vieran al demonio” de nuestras fronteras a buscar horizontes distintos y diversos para poder congraciarse con la esperanza de un mejor vivir: salud, medicinas, comida, trabajo, paz espiritual, libertades ciudadanas, capacidad para ahorrar, para así ayudar económicamente a su familia en el país.
En lo particular, sufro, como centenas de miles de familia, la partida de mis dos hijos, ambos médicos especialistas, graduados en LUZ con altas calificaciones y mucha experiencia profesional, que de nada le sirve en el país ya que los salarios que devengan en el sector público no les alcanza para las tres comidas del día ni tampoco para pagar el alquiler de un apartamento y mucho menos en la compra del mismo, así como de un vehículo.
Hoy engrosan la lista de desterrados de su patria por las razones precitadas. Los que nos quedamos en esta tierra que nos vio nacer y nos brindó las oportunidades infinitas de crecimiento individual y familiar lo hacemos a conciencia de que necesariamente tenemos que enfrentar la “alta represión” de los sanguinarios de la FAN, de los colectivos y de las fuerzas represivas cubanas que se encuentran en el país, preparados para salir a matar como lo hicieron con nuestra juventud en las protestas de 2016.
El país está a punto de estallar, de explosionar económica y socialmente, aunado a una crisis eléctrica, de proporciones mayúsculas, que ahoga toda posibilidad de desarrollo. Esperamos lo que viene (que ya está) y actuaremos con gallardía como buenos hijos de Bolívar. Para luego es tarde.