Según Reich, millones de personas guían su comportamiento político por lo emocional y lo irracional con discursos falaces ¬–como los emitidos por los líderes del Gobierno de Venezuela– donde impera la subjetividad, y una realidad tergiversada
En Alemania nacieron muchos de los mejores pensadores de las épocas pre-moderna hasta la contemporánea, desde Kant hasta W. Reich, se han suscitado innumerables postulados acerca de la conducta política y social del mundo humano.
El ámbito político ha dado, como suerte de premonición, los resultados de la rebeldía y la inconformidad que Calderón de la Barca contempla en el “Gran Teatro del Mundo”, donde –si se quiere- Dios, impotente, no ha podido, de ninguna forma, complacer los deseos siempre materialistas del libre albedrio agustiniano, que le prodigó a la especie humana.
Basta con concebir la idea de Darwin para contemplar la evolución conductual en el marco político social y económico originario de la saga comunista prehistórica hasta nuestros tiempos, para comprender que la ley del más fuerte no ha sido erradicada de la mente del individuo humano, ni con las cepas de la lucha social, antigua y contemporánea, mediante la aplicación de la ley como sustento pacifista y menos mediante la utopía de la igualdad, solidaridad y fraternidad que añoraba el renano Marx basado en la desilusionante y fracasada comuna de París del siglo XIX.
De esto último se exacerba la voluntad dionisíaca nietzscheana del malo en el poder. En la historia le representan: Nerón, Hitler, Fidel Castro, etc., quienes destacaron métodos y estrategias para someter las masas a sus desmanes, aplicados para obtener y mantenerse en el poder, descubiertas tanto por psicólogos y filósofos de la antigüedad, como por politólogos y asesores de la sociología postmoderna.
Para esto Wilhelm Reich afirma en La psicología de masas del fascismo con su teoría heterodoxa, que la causa del apoyo masivo a una ideología extremista, irracional y violenta por parte de una sociedad moderna y educada es producto de una subjetividad y no del apego de la realidad, que tergiversadas con sus discursos, los protagonistas de este tipo de conducta emiten a las masas.
Según Reich, millones de personas guían su comportamiento político por lo emocional y lo irracional con discursos falaces ¬–como los emitidos por los líderes del Gobierno de Venezuela– donde impera la subjetividad, y una realidad tergiversada, incluso en épocas de crisis. Adolf Hitler ascendió en los primeros años de existencia del partido nazi, por ser uno de sus mejores oradores. Es el teatro del fascismo.