Música de “hielo” se apodera de los Alpes italianos

Foto: archivo

Con temperaturas de 12 grados bajo cero y mucha pasión, un grupo de músicos presentan conciertos, donde tocan instrumentos de hielo

Tim Linhart, un artista estadounidense, fundó una orquesta de hielo, que da conciertos en un gran iglú ubicado en los Alpes italianos, específicamente en la estación de esquí Passo Paradiso.

El lugar se convirtió rápidamente en un refugio para los músicos locales, que acuden a tocar toda clase de música. 

“construía esculturas de nieve y hielo desde los 16 años, en la estación de esquí de donde vengo, en Nuevo México (…) allí esculpí mi primer violín”, confesó el artista de 59 años. 

Fabricar instrumentos de hielo era algo nuevo para él, en un principio estos acababan rompiéndose, pero ahora no es así. 

Relató que cuando esculpió ese primer violín y empezó a tocarlo pensó que el sonido “era fascinante”, quería que se escuchará más fuerte, así que tensó más las cuerdas y cuando tocó “todo explotó y se hizo añicos”. 

 

Ese fue el comienzo de este inusual, pero extraordinario sueño.  En la estación de esquí, ubicada a dos mil 600 metros de altitud, a veces los violines estallan, aunque menos que antes. 

Linhart piensa que cuando un instrumento explota es porque “estás exactamente en el punto más cercano posible a la música del hielo”.

Hasta la fecha el artista construyó un violín, un xilófono, una viola, un contrabajo, un violoncelo, una mandolina y un Rolandófono, un instrumento de percusión inventado por él.

Fabricar estos instrumentos para Linhart es un arte, primero hace el molde con las partes anteriores y posteriores, después prepara una mezcla de nieve y agua para elaborar las paredes del instrumento, alrededor de un soporte. 

El tiempo que tarda en construir un instrumento, depende del tamaño y trabajo que pueda tener este. La mandolina de hielo la hizo en seis días, mientras que para fabricar un instrumento más grande puede tardar meses. 

“Es un súpermaterial porque puedes tener tanto como quieras o reducirlo y, además, es gratuito”, recalcó el artista, añadió que la única desventaja es que se derrite.

Los instrumentos reposan colgados de mosquetones de alpinismos en los cables de acero fijados al iglú, pues pesan demasiado para que los músicos los carguen.

“Son increíblemente frágiles, cuando los construyes siempre existe el riesgo de que se desintegren en mil pedazos”, aseguró el violoncelista Nicola Segatta, que suele tocar en la orquesta de hielo y que construyó su propio instrumento. 

El iglú se transforma en un auditorio con personas esperando un espectáculo, por ello los músicos deben preparar todo para que los espectadores no se desilusionen con su presentación. 

Hasta 200 personas pueden estar en el iglú al mismo tiempo. La temperatura adentro es de 12 grados bajo cero y conforme avanza el tiempo, la temperatura aumenta. Por ello, los músicos deben constantemente afinar los instrumentos. 

La temperatura juega un papel muy importante en el lugar pues “el hielo es muy sensible al entorno. Recién fabricados, estos instrumentos tienen un sonido raro, metálico, pero cuanto más tocas, más se aproxima el sonido”, indicó Linharty.

El artista durante el verano descansa de tanto hielo, por ello junto a su familia viaja a Suecia, donde se olvida un tiempo del hielo, mientras los instrumentos lo esperan hasta el próximo invierno. 

“Si se vuelven viejos y usados, los destruimos con un martillo o los dejamos morir al sol”, confesó Linhart.

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