Contra estos avatares políticos han nacido críticos politólogos, tanto del pasado clásico como del reciente; sendas épocas tienen dos representantes a los cuales quiero señalar. El primero, Platón, mediante el genio de Sócrates, que denuncia y critica los desmanes de los sistemas políticos
Nuestra herencia cultural tiene una ascendencia prolija y sublime, aun cuando la meiosis de nuestra genética nos plantee una hibridez de características peculiares, derivada de la mezcla aborigen (indígena), africano y europeo. Esa herencia es la greco-romana trasplantada en nuestro lar, gracias al genio aventurero del genovés, Colón.
Sin embargo, a pesar de más de 500 años de injerencia político económica y de haber pasado más de 200 de lucha contra este fenómeno, la autonomía en ambas condiciones situacionales han sido sino infructuosa, cuesta arriba, ya que el desenvolvimiento político y económico de nuestras naciones, ha estado estigmatizado primero, por un colonialismo imperial de protagonismo ibérico dogmático y retrógrada, y luego por una secuencia de gobiernos con regímenes elitistas, populistas y dictaduras militares, para luego desembocar en democracias imperfectas (Ángel Lombardi), y totalitarismos populistas como las castristas y las de Allende en Chile, y últimamente la de Venezuela.
Contra estos avatares políticos han nacido críticos politólogos, tanto del pasado clásico, como del reciente. Sendas épocas tienen dos representantes a los cuales quiero señalar. El primero, Platón, mediante el genio de Sócrates, que denuncia y critica los desmanes de los sistemas políticos: (4) Oligárquico, Monárquico, Democrático y Tiránico. Para él, este último cínicamente es el más bello, porque el poder se mantiene en una sola mano; de modo que la crueldad y el terrorismo de Estado, con la usurpación de leyes, es el patrón, y donde el pueblo sufre todas las calamidades habidas y por haber.
Su carta bajo el brazo para mantener el poder, es un enemigo que busca o inventa, y con el gasto de “dizque proteger” a la nación de este enemigo, el bienestar público se ausenta. Gloria Álvarez (Guatemala) critica este sistema de gobierno, donde observa que la propaganda excesiva afirma que el rico es malo, y el pobre representado por el Gobierno es bueno; sin embargo, los servicios públicos, el volumen de alimentos, la educación y todo bajo un control estricto gubernamental, falla con una evidencia patética, o sea, una conmoción social.