Es posible que llegue enero de 2020 y el contexto existente haga irrelevante esta situación, pero también es probable que llegue el primer mes del año que viene y la presidencia de la Asamblea Nacional sea la posición de poder más importante de la oposición
Llegó el mes de agosto, oficialmente ya ha transcurrido más de la mitad del período que le corresponde a Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, lo que lleva a la pregunta inevitable: ¿qué pasará si llega enero y el régimen aún sigue en el poder? Esto a su vez lleva a otras interrogantes, ¿seguirá Guaidó como Presidente encargado? ¿A quién le correspondería asumir la presidencia de la Asamblea Nacional? ¿Se respetará el acuerdo que hicieron los partidos políticos en el seno de dicho organismo? Hoy estas parecen preguntas adelantadas, quizás hasta pesimistas, pero reflejan una realidad latente que de no resolverse en términos adecuados, puede resquebrajar una frágil unidad.
Para recapitular, lo primero que se debe recordar, es que la Comunidad internacional reconoció a Guaidó como Presidente (e), dada su presidencia de la Asamblea Nacional; es decir, se trata del reconocimiento a un puesto institucional y no a la persona. Esto parece no dejar demasiadas dudas, mientras el régimen esté en el poder el rol de Presidente (e) corresponde a quien sea presidente de la Asamblea Nacional. Se trata así de una especie de elección de Primer Ministro al estilo británico, en la que el Parlamento, electo popularmente, elije al máximo representante del Poder Ejecutivo. Puesto en estos términos, la siguiente interrogante inevitable, es qué pasaría con la presidencia de la Asamblea Nacional en enero de 2020.
Los escenarios para la presidencia de la Asamblea Nacional en enero de 2020 son diversos. El primero es que se respete el acuerdo entre los partidos políticos que conforman dicho organismo y asuma como presidente algún representante de los partidos minoritarios. Esto es que los “grandes” le den poder a los “pequeños”, algo que luce muy poco probable. El segundo escenario es que no se respete el acuerdo, y los partidos políticos con mayoría no respeten el acuerdo, lo que a su vez abre otro debate, debería seguir Guaidó o se debe nombrar algún otro presidente de la Asamblea Nacional proveniente de Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular o Un Nuevo Tiempo.
Abordar la situación anterior con tiempo, de manera racional, y en especial de forma transparente ante los ciudadanos, es fundamental. Es posible que llegue enero de 2020 y el contexto existente haga irrelevante esta situación, pero también es probable que llegue el primer mes del año que viene y la presidencia de la Asamblea Nacional sea la posición de poder más importante de la oposición. Por ello, y como en política se debe trabajar con escenarios, desde ya el tema de la continuidad o no de Guaidó, debe empezar a ser tema de unidad a partir del consenso, y no otra situación que divida y debilite a quienes adversan al régimen.
Para lograr que una situación delicada como la anterior se convierta en algo constructivo, la política deberá estar presente, pero no esa de la búsqueda del poder por el poder mismo, sino la que facilite la consecución del fin último en el contexto actual, el fin de la grave crisis política y social que vive Venezuela, y la posibilidad de un cambio que permita que el país retome una senda de progreso. Decir lo anterior es más fácil que practicarlo, más en un contexto en el que la dirigencia está dividida, con bases de apoyo que han optado en muchos casos por el extremismo, y con una clara debilidad institucional. A lo anterior se suma el predominio de la visión del “caudillo” salvador, por encima de la del cuerpo colegiado.
En Venezuela hay muchos escenarios actualmente, no menos de cinco estrategias están en movimiento, las cuales van desde el diálogo hasta una intervención extranjera, unas con mayor probabilidad de ocurrencia que otras. En medio de esa selva política el tema de la presidencia de la Asamblea Nacional pudiera lucir como no prioritario, e incluso habrá quien señale que ya se está tratando de minar a Guaidó. Pero no, en este momento ese puesto equivale quizás al del Rey en un tablero de ajedrez, y lograr que esa pieza sea de unión y no de discordia es clave para lograr el objetivo fundamental de ganar la partida, una partida que hoy está costando miles de vidas.