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Rafael Esquivel llegó a Zúrich para las elecciones de la Fifa, el presidente de la FVF quería celebrar sus 28 años en la silla del ente del fútbol venezolano. El directivo de 68 años no sabía la sorpresa que lo esperaba.
Digno de una película de Hollywood, la policía actuó de manera sigilosa para aprender a Esquivel y a un grupo de colegas acusados de corrupción en la Fifa y dependencias regionales.
A las 5.00 de la mañana del miércoles (hora Suiza) un grupo de agentes de la policía helvética irrumpió en el hotel cinco estrellas Renaissance, de Zúrich, de donde se llevaron a uno de los hombres más poderosos del fútbol sudamericano, un tinerfeño asentado en la isla de Margarita de Venezuela desde hace muchos años.
En otro lado de la ciudad los efectivos policiales llegaban al hotel Baur au Lac, donde se alojaban miembros de Concacaf (Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe) y Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol), donde hicieron otros arrestos.
Esquivel, el hasta ese momento rector del fútbol nacional y vicepresidente de la Conmebol, desayunó con su homólogo Luis Segura, presidente de la Asociación de Futbol Argentino (AFA), quien mientras leía las noticias le comentó: “Mirá, tu nombre está en la lista de los acusados”, reportó el New York Times.
Más tarde, al teléfono de la habitación de Esquivel llegaron expresiones inesperadas: “Señor, lo llamamos (desde la recepción del hotel) para decirle que necesitamos que nos abra la puerta, y si usted no la abre, iremos hasta allá y la tumbaremos a patadas”. El relato, publicado por el NY Times, con total seguridad es la orden más directa, amenazante y sin derecho a pataleos que habrá escuchado el zar del balompié venezolano en su vida. El casi septuagenario, con el imperio de la corrupción en la Fifa desmoronándose a sus pies como naipes de niño pobre, esta vez, fue cortés, sumiso, no hubo pedanterías. Bajó la cabeza, se vistió como pudo y se puso a las órdenes de la policía de Zúrich. Una orden de extradición hacia Estados Unidos pulula en su cabeza. Atrás, en la ciudad de los bancos más discretos y cómplices del mundo, tal vez quedaron muchos de sus papeles y algunos scotch planeados.
Cerca de las 11.00 de la mañana en Suiza (4.30 am en Venezuela), el dirigente del fútbol venezolano salía en silencio por la puerta del hotel arrastrando una maleta de ruedas y acompañado por varios policías vestidos de civil, rumbo hacia una comisaría suiza.
“Teníamos instrucciones de hacer los arrestos en sigilo, evitando las fotografías. Aquí ya hemos acabado. Este hotel ya está limpio”, comentó un policía que trabajó en el operativo.
Así le cantaron las “mañanitas” a Rafael Esquivel, no hubo torta, al parecer ya se la habría repartido con sus compañeros. El estruendo del escándalo más grande en la historia de la Fifa era el fondo musical del aniversario número 28 del venezolano como presidente de la FVF.