La arrogancia de la MUD y los Partidos Políticos

El libreto electoral de los últimos años se repite una y otra vez, los actores son prácticamente los mismos, y las estrategias continúan siendo fórmulas agotadas inalterables

Bien pudiera tomarse algún artículo escrito meses antes de cualquiera de las tantas elecciones que hemos tenido, algunos recortes de prensa tal vez cambiando la foto de algún personaje o actualizando las de otros más, y seguramente tendrían bastante vigencia. ¿Cómo resumir esta película repetida?, tal vez la mejor manera sea con la frase: quien no está conmigo está con el enemigo.

Por el lado del Gobierno probablemente si sea posible identificar algunos argumentos nuevos en esta historia, más por las circunstancias que por convicción han aparecido actores nuevos, el poder ya no se presenta como monolítico, y por lo tanto hay más voces dispersas que en ocasiones anteriores. Sin embargo, se continúa haciendo un gran esfuerzo por mantener viva la lucha de unos contra otros en una Revolución cuyo discurso se ha ido quedando sin evidencias materiales que la sustenten.

Pero el lado de la llamada oposición es más curioso, habiendo cambiado muchas circunstancias y luego de reiterados errores la estrategia sigue siendo esencialmente la misma. Esta “estrategia” consiste fundamentalmente en apelar a la “unidad incondicional” (una forma de chantaje) cuya justificación es acabar con una dictadura, gobierno ilegitimo, sistema fracasado, o cualquier otro adjetivo que se utiliza para catalogar al Gobierno actual. ¿En que se basa esta estrategia? Quien no está con el Gobierno está conmigo.

A partir de la lógica anterior en muchos sectores de la oposición se han sembrado liderazgos sombríos, sin ideas, mucho menos con temple moral, y ni decir honestos. Sin embargo, su gran salvador ha sido el “voto castigo”, con el que las conciencias han sido relegadas a cambio de una falsa idea que una y otra vez el electorado ha comprado como “llegó la hora”, “este gobierno está caído”, “ahora si somos mayoría”.  Este pragmatismo político, cuyo objetivo central es ocupar espacios electorales esperando que cuando la Revolución se derrumbe y venga la repartición del poder quien tenga más cuotas tendrá un mayor protagonismo en la VI República.

Este chantaje está estructurado de tal manera que quien se atreve a discernir y opinar de manera distinta es automáticamente descalificado, no por sus argumentos sino por su posición complaciente con un régimen, por sus intereses ocultos, o más cándidamente por su inocencia. Posición peligrosa para quienes aspiran al poder, ya que sin tener armas son capaces de descalificar a quienes piensan distinto, con armas tal vez dejen de ver el lado cándido de quienes difieran y solo vean enemigos.

¿Cuál sería un nuevo libreto para la historia del país? Sin lugar a duda que reapareciera la emoción por una idea, la convicción de un proyecto, un sueño por alcanzar; en otras palabras, liderazgos capaces de convencer más que de chantajear.