"Ya no aguantaba más, mi mamá me pegaba mucho"

Duerme en la sala de espera y su columna le duele por dormir en las bancas. (Fotos: Josu00e9 Nava)

"Guajiro", un niño de 15 años de edad, vive desde hace dos semanas en el terminal de pasajeros de Maracaibo. Huyó de su casa debido a la violencia. Una cicatriz le recuerda todo lo que tuvo que pasar, la madre lo quemó con una cuchara por salirse a escondidas del hogar para jugar fútbol

En su mano izquierda lleva la marca que lo motivó a irse de su casa. "Guajiro", como le conocen en el Terminal de Pasajeros, llegó a Maracaibo escapando de una vida de golpes y quemaduras. Tiene 15 años, estudió hasta quinto grado y es fanático del fútbol, tanto que quisiera ser un profesional de la pelota cuando sea grande. El adolescente lleva dos semanas sin jugar, la última vez que lo hizo tuvo problemas con su familia.

"Mis amigos me fueron a buscar, me invitaron a jugar fútbol. Le pedí permiso a mi mamá, pero me dijo que no", relató el joven con una voz baja y tímida. Ante la insistencia de sus compañeros se fue a escondidas a casa de un amigo. "Era cerca de mi casa, yo no me fui lejos, ni a la plaza, no tuve que agarrar buses". 

Al poco tiempo de haber empezado el partido llegó la madre. "No me regañó, me cayó a palazos". Al llegar al hogar siguieron los reclamos. "Le dije que me comprara una pelota si no quería que saliera de la casa. Me dijo que ya vería lo que me iba a pasar; agarró una cuchara muy caliente y me la puso". La cicatriz se formó en el dorso de su mano. 

Desde el Moján salió a enfrentar otra vida. "Ya no aguantaba más, me pegaba mucho". Atrás dejó a su madre, empleada de limpieza, y a cinco hermanos. Solo el padrastro se acercó al Terminal para saber cómo estaba el muchacho y se fue. No lo pudo ver, "Guajiro" estaba en el Hospital porque lo llevaron a la emergencia luego de un ataque de epilepsia. El domingo en la noche tuvo otro episodio, estuvo internado en el Hospital Chiquinquirá. "Me cambiaron la medicina y me pusieron una vía, ahorita estoy de reposo". 

Refugio

Llegar a Maracaibo no le costó. "Agarré un bus del Moján, todos los colectores me conocen así que pedí una cola". Al ser entrevistado por La Verdad vestía una franela negra y blanca, un blue jean y unas cotizas. En su pecho lleva guindando a su ídolo: Messi. "Yo confío mucho en él, me gusta el Barsa". El amuleto que ahora lo acompaña se lo dio Patricia, una vendedora del lugar. "Ella me cuida". 

Necesita 600 bolívares diarios para comprar las dos pastillas del día de Carbamazepina para evitar los ataques de epilepsia. "El dinero que tengo de vender caramelos, lo guardo para comprarme la medicina. Antes costaba 250 bolívares cada una pero aumentó. No la he comprado todavía porque se me acabó el dinero". Aunque nunca sintió miedo en el terminal le "gustaría encontrar una casa hogar". 

Alonso Romero, gerente del Terminal, informó que "Patricia" tiene intenciones de cuidar al adolescente. "Se le dijo que era un proceso, que era menor y que no era así a la ligera, como si fuese una mascota.Tuvimos contacto con la gente de la misión Negra Hipólita, con el  Consejo de protección a ver de qué manera se podía ayudar, y si ella lo podía atender". Esperan que los especialistas hagan las investigaciones necesarias y tomen una decisión.

Reincidentes

Hacen de todo para ayudar a las personas sin hogar. "Los atendemos y los llevamos a las casas de abrigo pero a los cinco días se regresan al terminal", asegura Alonso Romero, gerente del Terminal. "Es difícil la situación, hacemos operativos con la Policía municipal pero lamentablemente son reincidentes. Llegamos a la conclusión de que aquí encuentran seguridad, sobre todo en las noches". 

 

"Desde que llegué aquí no juego fútbol, lo extraño mucho. Hoy voy a ver a Messi, confío mucho en él". "Guajiro". Niño indigente. 

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