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Una frase provocadora, irresponsable, dicha como quien dice “amanece”, avivó el enlentecido panorama electoral del Psuv. Después de depositar su voto, el presidente Maduro habría dicho “Sabremos quién vota y quién no vota” y enseguida se prendieron las alarmas en los que se habían quedado rezagados para votar. Se inició un frenético trabajo de la bien aceitada maquinaria psuvista en la búsqueda de los votos comprometidos, casa por casa, hasta “debajo de las piedras”, en medio de las vergonzosas escenas de sucesivas ampliaciones de los horarios de votación y de triquiñuelas permitidas por quien funge de árbitro, aunque como dijera después una rectora, es un proceso de ellos, pero que deja ver como se manejan las cosas en el CNE, la permisividad al Gobierno y a su partido.
Este proceso interno, en el que votaron más de tres millones de personas (no hay una organización independiente que pueda verificarlo) deja al descubierto dos cosas importantes: el ventajismo electoral del Gobierno ante un árbitro electoral que cierra los ojos para no ver los “strikes” que le están pasando y no actúa para frenarlos, porque es débil frente a la poderosa maquinaria, mostrando que todo lo dicho sobre su desmejorada imagen, es cierto; y como era de preverse, el Gobierno no se anda en minucias para defender su posición y ensaya jugarretas utilizando el complejo y organizado entramado, creado para ganar las elecciones a cualquier precio, algo de lo que adolece la MUD perdiendo el tiempo en destrozarse internamente..
Por otro lado, la frase presidencial, lejos de ser inocente e inicua, es una acción deliberada para desmotivar a quienes piensen votar por la MUD o los que traicionen la línea oficial. Contradecir al Psuv podría acarrear serias consecuencias a la gente menos favorecida económica y socialmente, pues depende de la pequeña limosna que recibe, vía las misiones. A ese público, es al que alude el primer Magistrado nacional, pues tiene seguro al “voto duro”, el del fanático que cree “vivir en el paraíso”.
El accionar de la MUD debe estar orientado a contrarrestar el miedo inoculado, un trabajo que no se ha hecho todavía, divagando entre frases hechas y consignas que, por sí solas, no ganan elecciones ni organizan a nadie. No es una manifestación lo que se viene, es una poderosa organización que usará todas las vías legales e ilegales para imponerse y dejar pedazos de la oposición en el camino.