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“La locura fatal perturba el alma de los individuos que se dejan arrastrar por el torbellino de las revoluciones.”Romain Rolland.
La salud económica del país exige una mayor producción de bienes y servicios internamente, la generación de más y mejores empleos, el uso racional de la tecnología, el conocimiento de los complicados mecanismos de los mercados internacionales y la aplicación de programas de formación permanente al recurso humano, en un ambiente de seguridad personal, patrimonial y jurídico. Solo así se podría garantizar una mayor productividad de los factores de producción utilizados para impulsar el crecimiento armónico y sostenido que sirva a su vez de soporte a la ejecución de programas sociales dirigidos a los sectores más desposeídos de la población.
No puede ser más angustiante la situación que vivimos, sobre todo si nos comparamos con el progreso que han logrado otras economías con niveles de atraso iguales o mayores que los nuestros hace pocos años. Debemos seguir el ejemplo de Irlanda, pequeño país con una población ligeramente mayor al de nuestro estado Zulia, quien en menos de 15 años se ha convertido en el país más rico de los 27 integrantes de la UE. Es solo una muestra de que una concertación entre los factores claves y los agentes económicos, con una visión compartida de país, seguido de un conjunto coherente de medidas económicas y sociales y una responsable actitud política, son capaces de obrar milagros en la búsqueda del progreso para todos.
El Gobierno nacional debe escuchar las voces que desde distintos ámbitos, tanto nacionales como internacionales, han expresado sus recomendaciones y propuestas orientadas a salir de la dramática situación de crisis en la que se sumerge la nación, lo cual empuja al país a episodios inconvenientes y no deseados. A pesar de que no se observa ningún ánimo de rectificación por parte de quienes dirigen los destinos del país, creo conveniente extraer algunas de esas propuestas.
La Academia Nacional de la Ciencia Económica, en el año 2013 señaló: “Que no habrá recuperación económica ni abatimiento de la inflación, a menos que se restaure un sistema eficiente de incentivos que promueva la iniciativa privada; se redefina el rol del Estado en la economía creando nuevas oportunidades para la inversión privada interna y externa, concentrando la actividad pública en la provisión de externalidades que contribuyan a ello, mejorando los servicios públicos y administrando las atribuciones propias del Estado que aseguren el bienestar de los venezolanos,” Continuará.