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Los asesinos tardaron solo segundos en acribillar a Luis Prieto Calderón (32), buzo de PDVSA, en el urbanismo Villa Santa Rita. Los dos desconocidos llegaron en una motocicleta, quien viajaba de pasajero se bajó, pronunció el nombre de su víctima y apenas este volteó le disparó al menos 15 veces en la cabeza, regresó hacia su vehículo y huyó con su cómplice.
Al trabajador petrolero lo acompañaba su vecino, con quien bebía desde temprano, en el frente de la casa. Con las primeras detonaciones, el acompañante de Prieto corrió y se refugió en su residencia. El sobreviviente teme ahora por su vida, los asesinos le vieron el rostro y cree que en cualquier momento podrían regresar por él. Juró a la Policía que no les vio el rostro, estaba oscuro y no pudo detallar siquiera la motocicleta en la que viajaban. Todo ocurrió muy rápido.
La víctima se desangró sentado en una silla de metal. Su cuerpo quedó inclinado hacia la izquierda, con su cabeza casi recostada al hombro. Sus piernas quedaron extendidas sobre la arena, al momento del crimen estaba descalzo y en bermudas. Su familia tapó el cadáver con una sábana rosada y notificó el crimen a la Policía.
Por la impresión, la esposa de Prieto se desmayó. La trasladaron en ambulancia a un centro de salud cercano. Hasta el cierre de esta edición se desconocía su estado de salud y el diagnóstico médico.
Quienes conocieron a Luis lo describieron como un hombre trabajador, amable, responsable y de buen carácter. Todos se sorprendieron al enterarse de su asesinato, jamás les dijo que tuviese enemigos o deudas.