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La noche del miércoles 1 de julio de 2015 se llevó a cabo en el Teatro Bellas Artes de esta ciudad de Maracaibo un cine-foro para comentar la película El Niño con Pijama Azul. En este foro se conmemoraron los 70 años del Holocausto provocado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. El contenido del filme versó sobre una relación de amistad que se creó entre el hijo de ocho años del comandante nazi jefe del campamento de exterminio y otro niño judío prisionero de su misma edad.
El Holocausto significó una brutalidad inigualable producto del odio y la discriminación racial y religiosa. Hitler y sus comandantes de campo, su entorno y demás cómplices civiles y militares encarnaron la aversión y el crimen más inconcebible que mente alguna pueda concebir, solo igualado en brutalidad más no en crueldad, con Joseph Stalin de la ex Unión Soviética y Mao Tze Dong, de la China Continental. Pensamos que estas personas han sido los tres monstruos más grandes que haya conocido la humanidad: entre los tres se cargaron unos 80 millones de muertos, sin contar con las bajas fatales de los aliados que se opusieron a la barbarie hitleriana que pretendió dominar al mundo entero con su Raich (Imperio) que duraría mil años.
Cuando se ve en película las escenas de brutalidad inigualable, tal como lo ocurrido en los campos de exterminio de judíos, no puede un observador sensible, sino compartir con el filósofo Hobbs y su célebre expresión: “El hombre es el lobo del hombre”. Y tal barbarie, así como también cualquier otra de los tantos genocidios cometidos por dictadores totalitaristas de la izquierda y la derecha, es producto del odio. Ese odio que es contrario a Dios y a toda sana fe que se profese, tanto por los nazis, como por fascistas y comunistas; igualada también del fanatismo de la Iglesia en la Edad Media, a la de los peregrinos calvinistas, bautistas, anglicanos, presbiterianos, entre otros, que colonizaron en el siglo XVII a Norteamérica; del fanatismo y la crueldad desmedida de Al Kaeda, Isis, Al-Shabab, los Kmer Rouge de Pol Pot, entre otros tantos.
Lo que ocurrió en la Alemania nazi con el Holocausto es un monumento a la brutalidad y una grave falta a la condición de humanidad. Fue, si se quiere, la industrialización de una masacre, puesto que a los centenares de miles de seres humanos que se gaseaban, antes de cremarlos, les sacaban el oro de las calzas dentales, les cortaban el cabello y partes de la piel para comercializarlos. Fue ese acto la negación misma de la condición humana a la que cada persona tiene derecho, así como también una bofetada al Creador mismo, puesto que todo hombre lleva embutida dentro de sí un alma y un espíritu que son la parte de la divinidad en cada quien, aquella que expresaron los dos niños amigos en la película!