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La cita con Jesús “Chúo” Torrealba es a las 7.00 de la mañana en un hotel de Maracaibo. Es viernes 9 de octubre y afuera la ciudad amaneció iluminada por un sol magnífico que nada tiene que ver con el torrencial aguacero que estremeció a la capital zuliana 14 horas antes. El jefe de campaña del comando opositor de la Venezuela Unida baja al lobby con 15 minutos de retraso por lo que se disculpa de inmediato. “Mis mañanas no son fáciles”, confiesa el dirigente, quien pese a la hora ya tiene más de tres horas despierto, hizo su programa de radio (La fuerza es la unión por RCR) y se ha comunicado con el resto del país para saber cuáles son las novedades.
A diferencia del político convencional, Jesús Torrealba no tiene aspiraciones electorales, no quiere ser ni presidente ni alcalde. Lo suyo es “construir ciudadanía” y a eso se ha dedicado los últimos años con su programa “El radar de los barrios”. Esta mañana, su segunda en Maracaibo, el secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), de 57 años, tiene la agenda copada con una reunión de la coalición regional, una rueda de prensa con los medios locales y un recorrido en los circuitos del oeste del municipio. Pero antes de salir del hotel, se sienta a conversar con La Verdad mientras come su desayuno, que es ligero, porque la conversación no ha dado para más.
Con este magallanero de Catia y Caricuao, hijo de la “vieja” Marina y del “viejo” Laureano, se nota la diferencia de un dirigente que habla sin hacer cálculos políticos: es sincero y frontal, lo que a simple vista lo hace ver como si siempre estuviera bravo. Pero la verdad es que “Chúo”, como lo conocen en la mesa y en el barrio, es un tipo sencillo, que hace colas en el mercado para llenar su nevera y que no cree en la política de “mesías” o de estructuras personalistas. Lo suyo es el liderazgo colectivo, la calle, y desde allí intentará que la MUD gane el 6 de diciembre las próximas elecciones parlamentarias.
– ¿Quién es “Chúo” Torrealba?
Un ciudadano movilizado. Soy una persona cuyo espacio de realización no es el poder ni el dinero sino el afecto y en consecuencia no soy candidato a nada. Al único cargo que soy candidato es a uno que inventaron los Romanos hace muchísimo tiempo: el de tribuno de la plebe y lo ejerzo con gusto. Soy una persona que durante muchísimo tiempo he estado diciendo por radio, televisión y en mi trabajo cotidiano de contacto con la población, que tenemos que ser ciudadanos, no solo habitantes. Tenemos que asumir realmente la dimensión pública del ser ciudadano. Muchos problemas del barrio no tienen solución si no abordamos integralmente la dinámica de las ciudades del país.
– ¿Por qué un radar para los barrios?
Por un tema de historia personal y de dimensión estadística en el país. Para mí los códigos de lo popular son mi lengua materna por así decirlo. No tengo que estar inventando asesorías conceptuales para entender lo que el barrio me dice o para tratar de hacerme comprender en el barrio. Esa es la manera como, a nivel afectivo, siento que el país me resuena. Hay otro tema muy importante también. En los barrios venezolanos vive el 54 por ciento de la población, eso es más o menos unos 16 millones de venezolanos, que ocupan unas 170 mil hectáreas. Si los barrios de Venezuela fueran un país, fueran el octavo o noveno país de América Latina. Entonces, el drama de los barrios no es el drama de los que en ellos habitan, es el drama del país. Creo que me ahorra muchísimas palabras una frase de Héctor Rodríguez, para nuestra desgracia, Ministro de Educación, quien dijo: ‘nosotros no vamos a sacar a los pobres de la pobreza para que aspiren a ser clase media y se vuelvan escuálidos’. Eso es exactamente lo que hay que hacer, hay que habilitar los barrios para que tengan una calidad de servicios homologables y obtengan las herramientas de educación y de trabajo para ser dueños de sus vidas. El tema no es que a los pobres nos den una bolsita de comida cada 15 días, que nos den una neverita y nos ofrezcan llenárnosla de vez en cuando. El tema es que los pobres tengamos las herramientas para no ser pobres, y nos convirtamos en una pujante clase media.
– ¿Ha podido mantener activo ese radar en la MUD?
Gracias a Dios, sí, porque todo proyecto tiene una dimensión colectiva. Los falsos proyectos, aquellos que están en torno a un liderazgo carismático, a una estructura personalista, son los que se caen cuando el líder desaparece, por lo menos, el chavismo. Lo que hoy existe, tú lo podrás llamar madurismo, diosdadismo, pero chavismo no es. Este régimen se basa en dos mentiras inmensa: primero, “Chávez vive”, y segundo, “Maduro es el hijo de Chávez”. Las dos cosas son mentiras fácticas, pero es la respuesta de esa burocracia ineficiente y corrupta para pretender su permanencia en el poder. El radar es una humilde asociación civil, una red humana de luchadores populares.
– ¿Cómo va la campaña electoral?
Es una campaña atípica por las condiciones en las que se da y atípica por la estrategia que estamos utilizando. Una campaña que no es de marcha ni de barricadas, porque la primera es una reunión de los convencidos y la segunda es una acción de comando, de vanguardia. Cuando tú no tienes la mayoría, pero tienes un mensajes que crees es poderoso y quieres hacer que la mayoría voltee hacia ti, tú desarrollas acciones de vanguardia, pero nosotros estamos en una situación que nos pide un tipo de calle distinto. No tiene mucho sentido reunir 30 mil personas si tú no puede comunicarle a 30 millones de venezolanos que fuiste capaz de hacerlo. Y bueno, cuando estás en medio de la opacidad informativa, no puedes hacerlo. No tiene sentido hacer una acción de vanguardia cuando tú tienes la mayoría. Lo que está planteado es un tipo de calle diferente, son acciones que quizás no sean sexys para los medios o para los mismos partidos, pero son las más eficientes. Es el tema del casa por casa, del cola a cola. Lo que hicimos ayer en Los Cortijos.
– Ustedes siempre hablan de números nacionales, pero ¿cuáles son sus opciones para ser mayoría?
Esta no es una elección, estas son 87 elecciones. Estoy obligado, en el beneficio de la honestidad, hacer una regresión. Cuando tú dices una cosa para sacarle provecho y resulta no ser verdad, se te devuelve. Estar diciendo que nosotros sacamos 52 por ciento en 2010 quizás sirvió por cinco minutos para decir que le ganamos al Gobierno el voto popular, pero después hemos tenido que pasar cinco años dando la explicación respectiva. Eso es mentira, nosotros no sacamos eso. Ese porcentaje lo sacó el no chavismo, que no es lo mismo que la oposición. Este es un sistema que sobrerepresenta a las mayorías y que reprime a las minorías. Si la oposición hubiera sacado 52 por ciento la realidad fuera otra.
En este momento, estamos dominando en dos tercios de los circuitos donde nunca ganábamos. Como el 23 de enero en Caracas, que lo estamos ganando por más de siete punto. Estados como Vargas, donde la pela que nos daban era de 80-20, en este momento está en términos de empate técnico.
Pero ahora, ni siquiera ese resultado basta para que yo te diga que el mandado está hecho, que esto va por un solo cañón. Lo electoral es apena uno de los recursos que este proyecto autoritario tiene para mantenerse al poder. Ellos manejan otros recursos como es la violencia legal e ilegal, la manipulación económica. Yo registro que tenemos una ventaja en las encuestas que en cualquier país democrático sería inalcanzable, pero en este contexto extraño tenemos que seguir construyendo el músculo social que nos permita que el 6 de diciembre la nación, transformada en maquinaria social, sea capaz de derrotar a la maquinaria del petroestado y no solamente votar en las mesas, sino defender esa victoria.
– Usted dijo hace algún tiempo que en un partido se perdía tiempo en la maraña interna y paradójicamente hoy dirige un grupo de partidos
– Rafael Poleo, lo define como una decisión atípica, en el marco de una situación atípica. Y eso es exactamente. Creo firmemente que nosotros tendremos mejores gobiernos cuando tengamos mejores ciudadanos que exijan a los gobierno ser mejores. En Venezuela existe una crisis de liderazgo, eso es verdad, pero antes que la crisis de liderazgo existe eso que podríamos llamar, abusando del idioma, una crisis de “seguirazgo”. Tenemos tan poca autoestima como ciudadanos que somos capaces de irnos detrás de cualquier persona que pegue cuatro gritos, de un militar golpista, de una miss universo que quiera ser presidenta. Nosotros tenemos que trabajar en eso, esa es mi área y a eso me voy a dedicar a penas salga de esto, que es un proceso complejo. Yo creo por ejemplo que en el corto plazo aquí lo que va a ocurrir es que evidentemente va a haber un logro electoral y ese logro electoral para ser transformado en victoria política va a requerir que la oposición se reinvente, porque no es lo mismo unirse para defenderse que unirse para gobernar. En ese momento, que puede ser tan rápido como mediados de diciembre, yo invitaré a que se proceda a ese proceso de reinvención de la unidad democrática y en ese momento, dentro de los cambios que habrá que hacer, revisaremos si es pertinente que “Chúo” Torrealba siga ocupando esta responsabilidad.
– Sería lamentable que la primera imagen que dé la oposición después del 6 de diciembre sea una disputa para ver quién manda más
Sería trágico. Después del 6 de diciembre se plantea una posibilidad interesantísima de cambio para todos, incluyendo a los hermanos del Psuv. ¿Cuál es la situación interna del partido de Gobierno?, es una roca bicéfala, dos cabezas y ningún cerebro, liderada por los señores Maduro y Cabello. La única herramienta que tienen ellos para ejercer el poder es la del poder. No tienen ningún otro elemento que no sea el control de la burocracia, el control del dinero. El Psuv sabe que saliendo del poder, primero Diosdado y después Maduro, van a poder respirar y redefinirse y quizás van a poder transformarse en una organización útil para el país, que no solamente viva de las pasadas glorias de un líder fenecido. Pero para eso hay que resolver esta situación. Por eso digo que el cambio va a ser útil para todos, pero eso depende de que la unidad democrática actúe con sobriedad, con profesionalismo, con amplitud, con seriedad. Te puedo decir con alegría que eso está hablado, discutido, consensuado, escrito y publicado.
-¿Esta es la última oportunidad de la oposición?
– No. Esta es la última oportunidad del país. Lo planteo en esos términos dramáticos porque si no gana la oposición lo que va a ganar es el proceso de destrucción del Estado. El país se nos está yendo por un albañal. El Gobierno no es que no controla la frontera, el Gobierno no controla las 170 mil hectáreas que ocupan los barrios y que están gobernadas por el hampa. El Gobierno no controla sus propias cárceles. Si nosotros permitirnos que este proceso de descomposición siga avanzando este país no va a ser reconocible en apenas cinco años. Esta es la gran oportunidad del país de frenar la caída de Venezuela e iniciar el proceso de recuperación.
-¿Ha logrado que el mensaje del cambio llegue al barrio?
– Yo dije que nosotros teníamos que trabajar por un nuevo pacto entre los pobres de siempre y los empobrecidos de ahora. Es decir, entre los sectores populares y la clase media. Ese pacto es necesario para salir de este régimen. Y fíjate tú que cosa más interesante, lo logró la vida. La gran diferencia entre el 2014 y el 2015 es que en el año 2014 protestó todo el mundo, en momentos distintos, en lugares distintos y por motivos distintos. Protestó la juventud opositora, los estudiantes, los obreros, el pueblo chavista. La gran diferencia en este 2015 es que el descontento vulneró fronteras y está instalado en la clase media y en los sectores populares, en quienes siempre fuimos opositores y en quienes hasta hace poco fueron oficialistas recalcitrantes. Eso es lo que está generando que haya un 80 por ciento de rechazo a este Gobierno. Creo que estamos caminando como país en dirección correcta. No te voy a decir que lo logré yo, no, lo logró el país. La unidad superior, de la que algunos han hablado, quien realmente la construyó fue el pueblo en las colas.
– ¿Qué le frustra?
– No suelo frustrarme. Si encuentro una pared busco alternativas. Si no la puedo saltar, intento hacerle un boquete. A mí no me asusta que un trabajo sea de largo aliento. Si yo tengo que abrir un túnel con una cucharita lo hago. Puede que el trabajo sea muy duro, pero si yo sé para donde voy, le echo pierna a mi túnel.
– Pareciera que siempre estuviera bravo
– Yo soy vehemente, que es otra cosa. Y lo soy porque creo que los venezolanos tenemos excelente razones para serlo. Yo creo que hay que asumir los problemas y las diferencias que tenemos, es la única manera de resolverlo. No soy conflictivo, al contrario, soy un amante de la construcción de soluciones, pero la única manera de que tú te amarres las trenzas de los zapatos es asumiendo que las tienes sueltas. De lo contrario, sigues caminando, te pisas y te caes. Esa es un poco mi razón, además de las cuestiones personales, el temperamento.
– ¿Qué lo hace reír?
– Yo casi nunca me río en son de burla. Me hace reír la alegría, el placer. Eso me trae a veces algunos problemas. Por ejemplo, a mí me gusta la música, bailar. Cuando estoy bailando a veces me río y la persona con la que estoy bailando me pregunta: ‘¿De qué te ríes?’ ‘¿Te estás burlando?’ A veces la gente asume que la risa es burla, pero no, la risa es expresión transparente de alegría. Yo me río por muchísimas razones.
– ¿Usted es de la cuarta o de la quinta?
– De la República de Venezuela, que es una sola, para lo bueno o para lo malo. El tercer deporte venezolano más importante, después del béisbol y el fútbol, es el hablar mal de nosotros mismo como pueblo. Ese cuento de que el venezolano es flojo, indisciplinado, incapaz, eso es mentira. El venezolano es un pueblo tan bueno y tan malo como cualquiera del mundo.
– ¿Quién es el líder de la MUD?
– Afortunadamente el liderazgo que ofrece hoy la oposición es colectivo.
– ¿Por falta de un líder?
– Por la vía real. Las películas de ciencia ficción de los años treinta te presentaban la siguiente escena: llegaba un marciano a la tierra, se encontraba el primer terrícola y preguntaba ¿quién es tu líder? Esa idea del líder es un dato del subdesarrollo, el liderazgo carismático es un tema de retraso cultural y político. Nosotros estamos trabajando por la democracia, es decir, por un régimen de instituciones. Tener un liderazgo colectivo y no un mesías no es un defecto, es una condición inherente a nuestro proyecto.
– ¿Un presidente para la Venezuela del cambio?
– Te responderé más bien con un retrato hablado. En primer lugar tiene que responder a un planteamiento que hace el papa Francisco, que dice que quien quiera ser pastor tiene que oler a oveja. Es decir, quien quiera ser líder de este pueblo tiene que oler a pueblo, tiene que ser sensible a las realidades de las mayorías pobres y empobrecidas.
– ¿Qué quieren los barrios?
– Ser clase media.
– ¿Le tiene miedo a Diosdado?
Diosdado está aterrado. A él lo sacamos de la Gobernación de Miranda a punta de votos
– ¿Qué extraña de la Venezuela de antes?
– No me muevo a partir de la nostalgia ni conduzco el carro viendo por el retrovisor. Hay muchas cosas que se pueden añorar de la Venezuela pre 98, pero también hay muchas cosas que se deben detestar de ese período. Hay que entender que estamos metidos en esto por las cosas malas que se hicieron y las cosas buenas que no se hicieron. Quiero un futuro que sea superior a los horrores del presente y a los errores del pasado.
– ¿Qué político hace cola?
– Delsa Solórzano.
– En Venezuela vivimos en…
– Un proceso autoritario. El mensaje profundo del chavismo es tú eres pobres porque él te robó, pero tú no tienes que hacer nada, porque el vengador soy yo. Así que quieto ahí, quédate barrio adentro, que yo te voy a llevar para allá al médico y la nevera Haier y hasta te la voy a llenar de vez en cuando.
– ¿El chavismo alguna vez tocó el corazón de “Chúo”?
– No, no, no… Yo no estoy opuesto a esto desde el 99, mi oposición es desde el 92, desde que vi a ese sujeto en televisión ofreciéndome salvarme. Lo rechacé, porque sabía que no hay nada más costoso para una sociedad que un salvador de la patria. Y ahora la estamos pagando.
– ¿Un presidente para la nueva AN?
– El que escojan los diputados democráticos. Hay viene un debate interesante, porque los principales dirigentes son candidatos. Freddy Guevara, Henry Ramos, Enrique Márquez, Julio Borges. Ahí hay talento suficiente, pero también tiene que ver responsabilidad suficiente. Sé que el 5 de enero se va a dar una propuesta equilibrada y donde se expresen todas las fuerzas, incluso, el oficialismo
– ¿Qué es más fácil poner de acuerdo a una comunidad o a un partido político?
– Son ámbitos distintos. Pero si hay algo en común es que desde las trincheras es imposible llegar a un acuerdo. Hay que hablar desde los intereses profundos y tratar de aproximarse y construir soluciones comunes.
– ¿Fueron tan difícil las negociaciones de los consensos como pareció?
– Muy complejo. Esto que hemos logrado los venezolanos, tener una alianza de partidos con una oferta congruente es casi un milagro.
– ¿Chávez o Maduro?
– Ese un dilema que yo respeto. Sé que hay venezolanos que dicen ‘caramba, lo que está haciendo Maduro es imperdonable, está botando el legado de Chávez, está traicionando la memoria del comandante’. Quien más duro habla de Maduro es la base chavista, pero tengo una visión distinta. No permito que el caudillismo me fracture la historia. Creo que ni Chávez ni Maduro ni ningún liderazgo personalista. Nosotros tenemos que avanzar hacia la construcción de un país de liderazgo colectivo
– ¿Cómo se imagina el 6-D?
– Con bastante más tranquilidad que la de algunos creen. Me imagino celebrando, pero haciéndolo en sana paz, porque nosotros estamos trabajando para que la noche de ese día sea una noche en calma.