El silencio institucional

LUZ defiende su derecho a pensar en el futuro, en una universidad mejor y para ello requiere de los recursos que por derecho tiene que asignarle el Gobierno nacional

 

Hay demasiadas coincidencias entre las razones y las estrategias utilizadas por el Cabito Castro para justificar la clausura de LUZ en 1904, con las que se están conformando en el proceso actual. El cierre de 1904 se sustenta en razones políticas e ideológicas (por la exigencia del pueblo maracaibero de autonomía para el estado, en el marco del pacto federal, y la instalación de una universidad que respondiera a los intereses regionales) y económicas (el problema presupuestario que persiguió a la institución desde su instalación, 1891).

La clausura fue justificada aduciendo un proceso de reforma de la educación superior para transformar el modelo vigente de una educación libresca y academicista por una “concepción liberal utilitaria que buscaba la adaptación de la educación al trabajo y a las particularidades regionales” (Nevi O. de Medina, mayo 2004). Tal reforma nunca se llevó a cabo.

Por esa razón para hablar de la Universidad del Zulia hay que referirla al todo social nacional y regional a fin de establecer la articulación que existe entre la educación y los procesos ideológicos, políticos, culturales económicos y sociales. En este contexto, LUZ defiende su derecho a pensar en el futuro, en una universidad mejor y para ello requiere de los recursos que por derecho tiene que asignarle el Gobierno nacional y no debe ser penalizada con el presupuesto por mantener una posición crítica frente a los problemas del país, que también los sufre la institución.

En tal sentido, coincido con el profesor Luis Vizcaya (luisevizcaya@hotmail.com) en que  la universidad “(es) el lugar donde se deberían debatir las ideas y concepciones de país, los modelos de desarrollo social y humano de una nación. Todo eso sin soslayar la dinámica política específica de las decisiones sobre el propio poder ser y de la universidad, de la confrontación y enriquecimiento social, político y cultural que ella significa en la civilización humana”.

Sin embargo, producto del incumplimiento gubernamental la universidad ha desechado esas relaciones para centrarse en la lucha por cuestiones básicas y eleva su voz cuando el Gobierno trata de acallarla por protestar las injusticias sociales y el empeño en derribar los últimos muros de contención, la autonomía universitaria. Tenemos que volver la mirada hacia la integración con la sociedad civil, ahí está el mayor reto que plantea el futuro de la universidad.

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