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Le escribo a mi centenaria alma máter con fraternal afecto. Lo hago salvaguardando el profundo respeto que merece cada uno de los miembros de esta familia extendida. LUZ, junto a otras 17 universidades autónomas del país, vive horas cruciales. El jueves se celebró un referendo consultivo donde el profesorado hizo escuchar clara y rotundamente su voz. Es deber democrático el honrar los resultados de un proceso revestido de legitimidad.
Ese clamor en urnas electorales esconde ideales propios de los universitarios. No se trata simplemente de decretar el no retorno a las clases. Es la exigencia al respeto por nuestra autonomía y, a su vez, la demanda de salarios dignificantes. Es el repudio a las amenazas oficiales y, en un mismo voto, la reivindicación de los derechos más fundamentales de miles de trabajadores.
Al Gobierno, al ministro de Educación Universitaria, al gobernador del estado, bien vale interpretar a la perfección cómo las dignas universidades autónomas les demandan respeto. Fue Gandhi quien apuntó: “Las diferencias honestas son a menudo un signo saludable del progreso”. Y esas discrepancias deben abordarse con posiciones reflexivas… de parte de todos.
Es hora de que los involucrados hagamos una pausa para honrar una reflexión impostergable. En el ínterin del jaloneo interminable entre los gremios y el poder central, existe una generación estudiantil alicaída y decepcionada. Decenas de miles de alumnos también exigen respeto a sus carreras, ideas y sueños.
Ha sido mi aspiración ver a LUZ como siempre debe permanecer: como una universidad de aulas abiertas, con condiciones óptimas y con sus empleados, obreros y profesores justamente remunerados. Espero contemplarla pronto así de reluciente.
A la Fapuv y a nuestros profesores les reconocemos en su justa lucha. Les acompañamos en ella. Confío en que la Universidad del Zulia promoverá en breve sus reclamos fortalecida por la simbiosis de alumnos y docentes, motivados ellos por la asistencia activa al aula. Así, nos sumaríamos a una reclamación conjunta en pro de mejores condiciones para nuestra casa mayor de la educación.
Martin Luther King escribió una vez: “Debemos aprender a vivir juntos como hermanos o perecer juntos como necios”. Me niego a ser partícipe de la última opción.
Hay una generación entera de jóvenes venezolanos que aguardan por nosotros. Lleguemos puntuales y reflexivos a esa cita con la historia, siempre con el respeto como valor innegociable. LUZ jamás podrá brillar a plenitud con sus aulas cerradas.