Hoy
Las colas del día a día, ¡oh Dios qué calamidad! sufrimiento, sacrificio, hambre, angustia, maltrato físico, verbal y psicológico, recibido de algunos señores militares (no todos), empleados de los diferentes sitios a los que acudimos a comprar. En varias oportunidades clamé y rogué al personal y soldados con iceberg por corazón, para obtener pañales (con informe en mano) y brindarle a mi madre con alzheimer, mejor calidad de vida en sus últimos momentos de existencia, recibiendo tan solo burla y crueldad; ¡qué falta de compasión hacia nuestros enfermos! Hoy agradezco infinitamente la misericordia de Dios al llevársela a su reino, evitándole mayores complicaciones, que hicieran más atroz y terrorífica su pobre condición de enfermedad.
Hoy día lo que estamos padeciendo para proveernos y poder sobrevivir, no tiene razón de ser, en un suelo tan sembrado de riquezas por nuestro Dios Padre-Madre; por esta razón yo le recomiendo desde el centro de mi corazón, a los gerentes de las empresas expendedoras de alimentos y al alto mando militar; impartirles urgentemente un curso intensivo sobre relaciones humanas y valores trascendentales de vida (amor, fraternidad, respeto, piedad y solidaridad), a quienes les competa organizar y dirigir tan dramáticas colas.
Actualmente cuando la celebración de la Navidad está tan próxima, es inevitable que acudan a nuestra mente, pensamientos quejumbrosos y recuerdos infelices, sobre tales hechos junto a nuestros enfermos, a los que hubiéramos querido ofrecerles mayores comodidades en situaciones tan deprimentes, para alentar un poco sus almas. En esas colas interminables donde experimentamos un sinfín de emociones, ira, agresividad, tristeza, miedo, impotencia, incertidumbre; comienza nuestro calvario que defino en varias fases.
1. Organizarse como sardinas en lata, bien juntos que hasta nos dificulte respirar.
2. Esperar durante horas bajo un sol inclemente y abrasador y con incertidumbre, sobre qué artículos regulados venderán.
3. Entrada al estacionamiento del establecimiento, experimentando sensaciones entremezcladas de cansancio, fatiga, fastidio, estrés y desesperación, haciendo nuevamente otra cola de cierto tiempo.
4. Acceso al interior del supermercado para proveernos de los artículos lo más rápido posible, de lo cual depende adquirir o irnos sin el producto.
5. Nuevamente otra cola de horas para cancelar y poder marcharnos a nuestros hogares, satisfechos o frustrados; según el logro obtenido. Sin embargo, hay en esos sitios personal o militares muy crueles e irrespetuosos, capaces de emitir frases como: ¡tengan calma! ¡vivan la vida light! Qué vergüenza y qué descaro; qué compasión siento de su ignorancia. Qué fácil resulta emitir palabras vacías de amor -sandeces- cuando se está al otro lado de la orilla. (vida fácil). Perdónalos Señor, pues no saben lo que hacen y lo que están creando. Amén, así es, amémonos.