El principio del fin

Me complace la derrota de la corriente política que se ha expandido en América, y que es una amenaza constante para la libertad y la democracia del continente

La expectativa que había en Latinoamérica, con respecto a las elecciones argentinas, carecen de precedentes. Es difícil afirmar con plena seguridad lo que acabo de escribir; pero la aproximación sí es defendible. Es obvio que la subjetividad es inevitable y en mi caso particular, aspiraba que mis deseos se convirtieran en realidad, sin precisar consecuencias ulteriores, según los resultados de dichos comicios.

Me complace la derrota de la corriente política que se ha expandido en América, y que es una amenaza constante para la libertad y la democracia del continente. Esta es mi opinión y tengo muchas razones para defenderla; pero asimismo, respeto sin prejuicios, lo que piensan y opinan los demás. Y es lo que espero de otros, con respecto a mí.

Ya se sabe lo que sucedió en uno de los países emblemáticos del Mercosur y de la infante todavía Unasur. El pueblo había depositado su fe en el peronismo de este tiempo. Empezó a sufrir y decidió esperar e insistir. Siguió apoyando al oficialismo de turno. Al final se convenció de su error, se resintió por el tiempo perdido y se trazó el propósito de utilizar el voto, para quitarse de encima el peso de su propia equivocación.

El pueblo argentino merece el reconocimiento de los demócratas del continente y del mundo. Ha dictado una cátedra de política para todos los pueblos que hoy son sometidos por regímenes incapaces y totalitarios; tendencia que amenaza con arraigarse en la región. Sistemas antidemocráticos cuya característica evidente, emblemática podría ser, es la eliminación de la alternabilidad gubernamental, para establecer reelecciones indefinidas. ¡Esto se denomina cálculo dictatorial!

Nadie duda que el fracaso y la derrota del kirchnerismo en Argentina, se perfila como el principio del fin de una tragedia que han vivido países como Bolivia, Nicaragua y Venezuela, para señalar esos, por ahora. Los demócratas le dieron un trancazo en la nuca, al militarismo totalitario. ¡Los venezolanos democráticos, sensatos, responsables y dignos, tienen un amplio espejo donde mirarse el 6 de diciembre! Que así sea.

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